“Volando hacia la luna” de SILBATO Y CANELA)
James Martínez Torres
POR QUÉ LA MÚSICA.
Es un misterio el modo en que se forman la recepción de la música y el gusto musical. La preferencia por tal melodía, tal modalidad o ritmo, letra o acorde; las canciones obran en nosotros a través de la memoria o la sensibilidad, se nos filtran en el depósito de la experiencia, se adquieren al paso, en circunstancias diversas y se quedan. Nuestro mundo subjetivo necesita de la música y sus letras, para dialogar con la vida, contestar a sus circunstancias, equilibrar las carencias, llenar los vacíos, ratificar los logros, definir con una frase robada a ese mundo, un instante difícil de nombrar.
Una melodía te asalta como un ladrón, y al hacerlo, pone a funcionar las trampas de la memoria: esa esquina, aquel beso, un desencuentro, tal o cual despedida en la terminal terrestre de una ciudad casi borrada por la lluvia.. La música nos habla y habla por nosotros cuando enmudecemos o no alcanzamos a traducir situaciones límite de nuestras vidas. No hay producto de la cultura más íntimo y entrañable que la música, desde un arpegio de concierto hasta el fraseo confidencial de una letra de bolero. De ahí la fascinación que inspira, su demanda mundial, la necesidad de su cálida compañía.
LA RADIO LOCAL, EL MERCADO, EL GUSTO MUSICAL
Ahora, los gustos sobre géneros, la amplitud o límites de las preferencias son otra cosa y están determinados por mecanismos socio-culturales: la tradición, el grado de cultivo de la sensibilidad, las influencias del entorno y básicamente el influjo de los medios masivos, específicamente la radio y la TV, vía video-clip y campañas de promoción tipo top- ten . Pero así no ha sido siempre: la radio nos educó los sentimientos y moldeó nuestro oído desde siempre, con su casi mágica manera de seguirnos a todos los rincones.
Pero no todo es tan inocente. Los medios están articulados al mercado y su influjo está al servicio del estímulo de la demanda. La música en su soporte material, el disco (ya vivimos la decadencia y muerte del casette y antes, del long-play)), se convierte en mercancía y en el perverso mundo del comercio las cosas pierden su sentido intrínseco.
Cabe a muchas radios la triste fama de construir una “cultura del mal gusto” musical. La promoción de la moda, en el medio local, muchas veces distorsiona la calidad, sobrevalorando lo malo, manipulando la recepción y al fabricar un gusto musical trivial, condicionado por la repetición de lo mismo, donde se apuesta por la vulgaridad, el vacío de lo superficial, el lugar común. De este modo la mediocridad se socializa y convierte en rasgo de identidad. . Pasillos depresivos a morir, subproductos del glorioso pasillo clásico, heredero de nuestra tradición romántico modernista; vallenatos plásticos, sin historia; Baladas bobas, tecnocumbias híbridas: y esa abominable bachata, sonsonete depresivo, nada que ver con el género dominicano orginario; son los “aportes” culturales de una promoción de radio a través de programas interactivos.
“VOLANDO HACIA LA LUNA”: UNA QUÍMICA DE TALENTOS INSTRUMENTALES
Sin embargo, existen iniciativas que abren grietas en el cerrado espacio que hemos descrito. Ya se ha señalado en otra parte el aporte del Grupo Silbato a la construcción de una tradición musical, en una época en que floreció un movimiento cultural que acabó diluyéndose, alrededor de la producción artística del Frente de Rescate de la Cultura en el Teatro Municipal. Ahora, gracias a la pasión de Ramiro Cruz, fundador de Silbato, músico creativo y buscador, en sociedad con otro joven tecladista de calidad, Aníbal Romero, director de la conocida Banda Canela, tenemos un valioso material en CD producido en una afortunada (y sacrificada) conjunción de talentos : VOLANDO A LA LUNA .
DOS QUE SUENAN COMO UNA ORQUESTA.-
Son diez temas instrumentales ejecutados en teclados por Aníbal, que dan la base armónica para que se “monte” y fluya la melodía de la flauta de pan, ejecutada por Ramiro: es singular como dos instrumentos pueden llenar un espacio melódico de modo consistente, con una dosis de feeling, sin traicionar el sello personal, el estilo y sin convertir la ejecución en una repetición mecánica: Aníbal, el tecladista, improvisa, vuela, juega en los solos, jazzeando, saliéndose del tema y regresando a él, creando una atmósfera intimista en cada versión, respetando el original pero re-inventándolo. La audición de este CD nos enseña que la música puede ser una sociedad de sensibilidades y no una sumatoria de instrumentos: son dos pero suenan como una orquesta. Se siente que en esas ejecuciones hay algo más que la rutina de una pobre cultura musical: cuando Ramiro sopla la flauta de pan se sabe que está dando todo de sí y no solo –ganándose – el pan-para mañana: se intuye que tras esa ejecución están dos seres de carne y hueso, al servicio de arte de musicar.
Los temas: son todos standards (piezas de un repertorio conocido, parte de una tradición) de la música occidental, temas de viejas películas o piezas de comedias musicales: A mi manera de Paul Anka; Et maintenant (Por qué te vas) de Gilbet Becaud; Moon River, aquella inolvidable pieza de la orquesta de Glenn Miller; Gotas de lluvia (de Burt Bacharach); Fly me to the moon (Lllévame a la luna), éxito de Frank Sinatra, que da nombre al disco; el bossa-nova La chica de Ipanema, de Tom Jobim; etc., todos habitantes de la memoria mas de cuatro generaciones que vivieron su adolescencia entre las décadas de los 50´s y los 70´s.
ARTESANÍAS Y SOLIDARIDADES.-
Este disco, además, en la lucha de los creadores por ganarse un lugar en el duro mundo de las mercancías, resulta un manojo de utopías y solidaridades: desde el diseño gráfico de la portada y su impresión hasta la edición del sonido y su ensamble final, han sido el producto de muchas manos, ese toque artesano de los trabajos de creación cuando se hayan excluidos del acceso al gran capital. ¿Será que la creación artística debe estar marcada siempre por el signo de lo precario?. Pero ahí están los amigos para meter ficha, dar aliento, sugerir, calificar, de tal modo que el disco resulta un producto colectivo donde palpitan abrazos y calidades humanas.
Ahora, a mostrar (en próximas semanas será el lanzamiento en un Concierto –deberá ser más de uno- en el Muelle de la Cultura de Pto. Bolivar) y a vender. ¿Lo pasarán las radios bachateras?
Machala, Noviembre 1 del 2003
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