miércoles, 30 de abril de 2014

ANGEL VÉLEZ: UNA VIDA VERSATIL COMO EL TEATRO


Santiago Rivadeneira Aguirre

Un día de esos apareció -en el sentido estricto del concepto- en la ciudad de Quito y se inscribió en la recientemente creada Escuela de Teatro de la Facultad de Artes de la Universidad Central. Pasó del asombro a la indagación hasta la sospecha, porque entendió que el teatro podía ser una forma de encarar la realidad, de cuestionarla e intentar algunas reivindicaciones que resolvieran el problema de la sensibilidad, de la creación y la indagación.

Ángel Vélez ya llegó con importantes inquietudes y preguntas que la práctica del teatro le enseñó a ubicarlas en el espacio y el tiempo correspondientes. Metió todo en su mochila y regresó  a la tierra para enfrentarse con la nueva responsabilidad de propiciar, alentar y crear  las condiciones para que el teatro deje de ser un ente extraño. Y eso lo logra cuando involucra a mucha gente e instituciones, en un proyecto que alienta, desde ese momento, expectativas y compromisos que cada vez se ratifican con un constante trabajo.

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En "Olor a Pólvora", recreación sobre
la vida de Nahún Briones, de la de autoría.
Platón decía en El banquete que solo hay una forma o un modo correcto de hacer un elogio sobre cualquier cosa. Exponer detalladamente en el discurso qué es aquello de lo que se habla, y luego de qué efectos es la causa. Para el caso de Ángel Vélez, teatrero de larga y trascurrida data, es justo que haya una necesidad de alabanza, diciendo primero quién es el mismo y después cuáles son sus dones.

Para contradecir a Platón. Soy un lojano que dejo su lugar natal (cantón Quilanga) a tempranísima edad huyendo de la sequía y la pobreza, para quedarse en la provincia de El Oro, primero en Piedras el sitio hasta donde llegó la línea del ferrocarril que debía ir de Machala a  Loja. Luego viví en Arenillas  y finalmente y ya con combustible propio y luego de andar por muchas partes del mundo vivo en Machala, ciudad base desde donde  voy de aquí para allá siempre con el teatro.
Soy un adicto al teatro dedicado a tiempo exclusivo a producirlo, difundirlo y promocionarlo.

¿Quién es Ángel Vélez y cuáles serían sus dones si los miramos a partir de una importante trayectoria en el teatro?

Bueno, luego de involucrarme desde el colegio en las actividades teatrales, pude ingresar a la naciente Escuela de Teatro de la Facultad de Artes de la UC (Universidad Central), en la carrera de Instrucción Teatral de la que salí antes de tiempo por problemas financieros. Pero en esos tres años pude acceder a la información más avanzada del momento en teatro. Poder asistir a charlas y ver obras de Enrique Buenaventura, Santiago García, Atahualpa del Chioopo, Augusto Boal, Carlos Jiménez. Alejandro Jodorowsky. Teatro del mundo en festivales en EE.UU. México y Venezuela.
Eso me dio la solidez teórica y práctica para volver a una provincia totalmente aislada del mundo cultural  e iniciar el trabajo teatral.

En la ternura de tus ojos, de Ángel Orellana.
MIS DONES
Llevar una vida tan versátil como el teatro mismo. Contagiar energía, entusiasmo y alegría en cada acto personal y cada representación teatral. Permanecer en constante búsqueda técnica y estética para mejorar el trabajo teatral. Insistir en llevar el teatro a todas partes especialmente a los lugares más apartados social y geográficamente.

En ese mismo sentido: hay quienes sostienen que el teatro –como expresión artística- nunca envejece, y, sin embargo, también cultiva una estimación de lo joven y nuevo porque el teatro siempre desestima lo “establecido”. ¿Cómo ves y sientes el teatro ya en el contexto de tu trabajo en Machala como actor, director y pedagogo?

Con optimismo, pues los sectores hacia los que nos dirigimos están siempre esperando algo del teatro; colegios, escuelas universidades, los estudiantes ven con asombro este arte que por razones burocráticas, presupuestarias o simplemente de estrechez mental no llega con más frecuencia.
Igual sucede en las instituciones públicas que ven en el teatro un aliado importante a la hora  de comunicar  y divertir al mismo tiempo.
Todavía no podemos atraer  al gran público que paga su entrada, ahí está ahora el reto. Atraer a ese público que no busca el chiste fácil o de doble sentido o va al teatro a olvidarse de sus problemas como  si éste fuera psicoanalista.



En el ámbito de tu trayectoria seguramente hubo altibajos y momentos de vacilación. ¿Qué ha sostenido esa convicción que permite avanzar e insistir y renovarse?

Creo que la base de mi convicción por el teatro está en la necesidad de  desarrollarme como ser humano en el contexto social, político y económico de Ecuador y América Latina.
Vengo desde el sur recogiendo el conocimiento milenario de mis antepasados para proyectarlo a la  luz de las nuevas ideas, prácticas y tecnologías.

¿Cómo ves y desglosas el desarrollo del teatro en el Ecuador? Podrías mencionar, además, los momentos de tu carrera más significativos, por ejemplo tu cercanía a la Escuela de Teatro de la Universidad Central y al teatro independiente de Quito.


Dirigiendo su adptación de
"El coronel no tiene quien le escriba"


El teatro en nuestro país desde los 90’ tiene  un desarrollo interesante en cuanto a calidad y cantidad, pero lamentablemente se concentra en pocas ciudades y en consecuencia se repite la historia, grupos buenos, obras buenas pero para un pequeño grupo de espectadores de esas ciudades que representan el 20% del territorio nacional. Eso da como consecuencia que la mayoría de ciudades del país no tengan infraestructura  para el teatro, y tampoco centros de formación o capacitación,  peor  oferta teatral sostenida y variada. (Esto es para todas las artes  escénicas) Creo que los grupos deben tener horizontes más amplios  y mirar el país. Algunos grupos buscan auspicios y van por todo el país y cuentan maravillas pero eso no cambia nada en las actitudes de los burócratas del Ministerio de Cultura, Casa de la Cultura, gobiernos seccionales y otras instituciones culturales con carácter nacional como: Orquesta Sinfónica Nacional, Compañía Nacional de Danza, por ejemplo. Ya en el desarrollo de mi trabajo teatral uno de los momentos más significativos fue la dirección del Teatro Experimental Universitario de Machala desde el 80 hasta el 90, convertir a Machala por diez años en centro de difusión de las artes escénicas con muestras anuales de teatro universitario y una programación sostenida con grupos del país y del exterior.

Volvamos al teatro en su sentido más claro: una expresión artística que es capaz de conmover al espectador, a través de la palabra y de la imagen;  pero también es un buen ejercicio para plantearnos ciertas acrobacias (conceptuales o teóricas) que a veces nos pueden confundir. ¿Qué es para ti el teatro, al cabo de tantos años de experiencia vivida? 
El teatro es una forma de vida que tiene la capacidad de mantenerte en constante vinculación con tu mundo interior y el mundo  real muchas veces lacerante. Creo que de esa constante lucha se inventan y reinventan las técnicas los conceptos que hacen del teatro un arte vivo, vigente, natural y contradictorio. El arte teatral puede “realizarse” en cualquier lugar u hora con la única condición que la urgencia de alguien para compartir un sueño una ilusión o esperanza.
Dirigiendo FEMICIDIO.


No existen ideas absolutas en el teatro y cada obra (o espectáculo) tiene la suficiente permeabilidad de adecuarse a la percepción del espectador. ¿El teatro es capaz de incidir en la sociedad y volverse determinante?

Definitivamente que sí, como todo lo que hace el ser humano incide en mayor o menor grado sobre la  sociedad;  si es determinante o no depende de la capacidad del actor y la sociedad para gestarlo, desarrollarlo y volverlo parte de su cotidianidad. En  nuestro país siempre han existido instituciones para la promoción de las artes y en estos momentos luego de que la constitución de Montecristi  incluyera a la cultura y  su disfrute como un derecho han creado leyes instituciones, se destina presupuestos y designan burócratas, empleados y trabajadores para la dinamización de la cultura y el arte, pero nos quedamos como  locos al ver que lo que antes faltaba ahora hay a montones y el arte la cultura, el teatro sigue siendo un adorno, sigue como oportunidad de ganancias para unos pocos y lejana aspiración de todos. No existe un Plan Nacional de Desarrollo Artístico por ejemplo, hay que cambiar todo, dar la vuelta, los artistas, poetas, escritores y demás han sido pésimos administradores, los actores y actrices pésimos activistas expertos en individualismos.

SÚBETE AL TREN.
¿Se puede entender desde el teatro y arte, una construcción de la sensibilidad? Significa de alguna manera que el teatro “debe devenir en lo que ya tuvo la posibilidad de ser”. Estamos hablando de “mutaciones”, pero además de las “intensidades” del presente. La pregunta es: ¿qué es lo que demanda ahora el teatro para no dejarse mitigar por falsas exigencias conceptuales o estéticas?

Demanda de quienes nos dedicamos a este arte, no solo ser excepcionales y con una  formación de alto  nivel;  a más de eso tenemos que mirar hacia dentro de nuestra país, basta de mirar fuera como forma de consagración individual de grupo o de institución alguna. En cine, por ejemplo, la mayoría de películas ya se han proyectado en la China, Alemania, España etc. Pero el 80 % de los ecuatorianos aún no han visto cine nacional. Muchos grupos ecuatorianos viajan permanentemente por el mundo pero el Ecuador un país pequeño que se puede  viajar en un día desde Huaquillas a Rumichaca  o de Santa Elena a Zamora hay  muchos lugares que nunca o en años  han  visto teatro. Esto se repite a nivel social, profesionales que pasaron 18 años estudiando y el sistema educativo, el sistema administrativo y las instituciones culturales no posibilitaron que ese profesional en 18 años no sea espectador de una obra de teatro. Si así es con los profesionales como será con el resto de la población que vive en ciudades de menos de 200 mil habitantes o en la zona rural.

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Texto publicado en http: //www.elapuntador.net/revista/el-apuntador-no-52/memoria/angel-velez-una-vida-versatil-como-el-teatro-mismo-santiago-rivadeneira-aguirre/

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