sábado, 16 de octubre de 2010

Guerra por la educación


Jotaprócel

El señor Presidente de la Revolución Ciudadana ha dicho que ha declarado la guerra a la mediocridad, refiriéndose a la negativa de los docentes amparados en la Unión Nacional de Educadores, a formar parte de un proceso de evaluación a su capacidad profesional. Y sostuvo que se destituirá a quienes no están aptos para ejercer la docencia.

Por su parte, los voceros de la UNE han dicho que ellos, desde hace algunos años, ya están en guerra, y sostienen que la mediocridad no está en ellos, sino en la cabeza del Ministerio.

Fernando Cordero, presidente de la Asamblea, en medio de esas declaraciones y protestas, explicó que una destitución a partir de la evaluación no sería legal. Y al punto el Ministro acusado enfatizó que el artículo 38 de la ley respectiva, prevé la destitución por incapacidad. Entonces Cordero no volvió a hablar.

Las primeras teorías que procuraban comprender la sociedad, explicaban la guerra como un mal necesario para el control demográfico. Las nuevas corrientes filosóficas y sociales, humanistas, democráticas, han permitido incluso en nuestra constitución el derecho a la resistencia. Al parecer el espacio legal en que se desenvolverá este conflicto, está dado por la misma Constitución que trae este gobierno guerrerista.

Si como ex estudiante me preguntaran sobre el tema, les mostraría dos listas de profesores que afectaron mi vida: La una corta, que registra el nombre de María Antonieta Moreno, profesora que me enseñó a leer y que festejaba con alegría cualquier ocurrencia nuestra; ahí también constan los profesores que nos enseñaron con su ejemplo a ser justos y solidarios. Si no aprendimos, el problema ya no fue de ellos. La otra lista, larga, sucia por muy usada, y porque todas las veces que quise borrar un nombre, tuve que volver a escribirlo: aquí están los que a toda costa intentaron matarme como persona creativa: el profesor que me bajó puntos porque en la clase de dibujo podía dibujar todo lo que había en el aula, menos a él; ahí está la profesora de literatura, en cuarto año, que no me prestó la poesía de Medardo Ángel Silva para sacarle copias, porque según dijo “era un libro que debía leerlo en quinto curso”; la del profesor de educación física que luego de hacernos correr, brincaba en nuestro estómago hasta provocarnos vómito… Y muchos otros, de igual y perversa medida que injusto es no mencionarlos, por el momento.

Según el documento demostrativo sobre la prueba de Razonamiento Lógico y Verbal, que ofrece la página web del ministerio, las preguntas modelos son de este tipo: “Cuando el reloj está en 90 grados ¿qué hora es?”. De esta naturaleza son las “perspicaces y malévolas” preguntas diseñadas para despedir injustamente a los ecuatorianos y ecuatorianas contratados por el Estado para educar a las nuevas generaciones.

Estoy seguro que los de la primera lista serían los primeros en acudir a la evaluación.

¿Los de la otra lista? los he visto protestando...

Enrique Madrid & Syntropic Arts


El tema es una metáfora de Masada, que es un fortín militar de los romanos tomado por los judíos, de difícil acceso para el ejército. Ahí resistieron y vivieron bastante tiempo, hasta que los romanos lograron construir una carretera, una especie de rampa. Cuando los romanos tuvieron acceso quemando la puerta, se encontraron con un silencio absoluto, hasta que encontraron los 800 cadáveres de los judíos, que prefirieron suicidarse antes que vivir sometidos al imperio.


Syntropic Arts es un proyecto con la intensión de desarrollar un nivel de conciencia histórica en el artista, y a través del artista a la comunidad; es una estrategia de la Fundación Para el Desarrollo de la Democracia, con sede en Berkeley.

En el 2005, se convocó a un concurso abierto a los artistas de california a que participen con un proyecto que aborde, de manera histórica y artística, el origen de las nociones que ayudaron a desarrollar las ideas de democracia.
"Y mi propuesta fue seleccionada. Mi propuesta fue resaltar que, históricamente hablando, el concepto de democracia no es una formulación de occidente, sino que viene de la India, y que inclusive Alejandro Magno tomó ideas de la India y las llevó a Grecia", explica Enrique Madrid.
Su propuesta de mural se desarrolla en cien escenas, en 18 paneles de 2,7 por 2,6 metros. El esfuerzo más grande, confiesa, fue en el área de investigación, buscando los referentes y luego generar una formulación respecto a cada situación histórica, su relación con la democracia, como lo dice Madrid: "Buscar información que no está correctamente sistematizada, porque no forma parte de las corrientes de ideas que circulan mayoritariamente en los sistemas de educación occidental".
La otra parte del proceso del mural, fue pintar. En las primeras 30 escenas, por ejemplo, se pintó aproximadamente 200 figuras humanas. El proyecto tenía un tiempo de duración de 3 años, sin embargo a los 6 meses de iniciado se lo suspendió porque la crisis económica del año pasado afectó considerablemente a los fondos de las fundaciones.
Los paneles, en poder de la fundación, están previstos para ser llevados en exposiciones alrededor del mundo, con conferencias sobre los hechos históricos que constan en el mural, y según el proyecto se difundirían además mediante afiches y tarjetas. Al momento de investigar y pintar se iba haciendo un libro (en inglés) y un vídeo con todo el proceso, recopilando las reflexiones al rededor de los hechos históricos que se pintaban en ese momento.

ESTILOS Y TENDENCIAS
"El mural es figurativo, a mí siempre me ha encantado lo figurativo, pero tengo otras propuestas, que van por el lado conceptual, del arte contemporáneo. En ese sentido me interesa la investigación de la cultural, plantear estas nociones de cultura y sistema de representación dentro de la pintura; es decir la imagen considerada como un producto de un sistema de representaciones, que de alguna manera es intensionalizada, es decir, evidenciar que el mercado de las imágenes, el imaginario visual, es un producto, un discurso sospechoso"
Ha trabajado en pintura, cuestionando la imagen, y dentro de la pintura, como una disciplina dinámica, móvil, ha incluido collage, fotografía: "Con esto me siento cómodo para expresar ciertos temas, como el uso massmediático de las imágenes de los seres humanos en condiciones marginales, por ejemplo la crónica roja; para esto he cuestionado proceso de representación de la realidad que tiene los periódicos; también he usado instalaciones y he hecho performances, sobre todo en vídeo", manifiesta. Pero esencialmente su formación está dentro de la pintura y la intervención de la imagen tridimensional.
En Machala lleva siete meses, vino a pintar la ciudad. La ausencia de cerca de 14 años, residiendo en Estados Unidos, provocó cierto vacío en cuanto a sus referentes históricos: "No tenía una imagen clara de la historia de Machala, de la Provincia. Vine esencialmente a eso: necesitaba encontrarme con la ciudad, abordarla desde otras perspectivas".
Actualmente ha sido seleccionado como representante de la provincia para un encuentro nacional de arte contemporáneo, que se desarrollará en Quito, el 5 de agosto de este año.

EL PINTOR Y SUS RECONOCIMIENTOS
"a mí siempre me ha encantado lo figurativo, pero tengo otras propuestas, que van por el lado conceptual del arte contemporáneo".

Enrique Madrid realizó estudios en la Facultad de Artes de Quito, en el Instituto Superior de Arte de La Habana, Cuba, y en el Berkeley College, California, USA.
Ha estado produciendo acuarelas por más de treinta años; sus paisajes, bodegones y composiciones creativas han sido premiados en más de un concurso nacional y seleccionados para exposiciones internacionales. En 1986, este artista orense radicado en Berkeley, California, recibió el Tercer Premio del concurso nacional de artistas noveles, de un jurado compuesto por Kingman, Guayasamín y Villacís. La obra premiada fue su acuarela titulada “yuntas.”
En 1991, se hizo acreedor a la 1ra. Mención de Honor en el Salón Nacional de Acuarela, y en 1993, este mismo Salón le otorgó el Primer Premio a su obra “Paquete de agua.”
Enrique fue también, por algunos años, instructor del Berkeley Travelling Watercolor Class, un proyecto de dibujo y acuarela al aire libre ejecutado en Estados Unidos y Europa. En 1996 fue seleccionado por San Francisco Museum of Modern Art para diseñar y dictar cursos de arte en el Family Education Program, y en ese mismo año, el Berkeley College lo exaltó concediendole el Berkeley Community Service Award.

jueves, 14 de octubre de 2010

TRADICIÓN Y VANGUARDIA EN LA POESIA ORENSE

(De Kléber Franco Cruz a Jorge Prócel Ramírez)
James Martínez Torres

(Quincenario INFORME ESPECIAL, Diario El Nacional, 5 de octubre del 2003)

ANTECEDENTES: TRADICIONES POÉTICAS Y CRISIS
Con el propósito de valorar el desarrollo de la literatura entre nosotros, en un periodo de tiempo significativo (pongamos, 50 años) presento esta breve reflexión para contrastar dos valores de las letras locales, ambos, arraigados en la recreación poética del lugar y el origen, aunque desde maneras muy particulares de usar la palabra, de concebir la realidad, producto de sensibilidades y lecturas desiguales, por haber vivido en tiempos históricos distintos. Todo esto en el tránsito de un mundo bucólico, marcado por el tránsito de lo rural a una modernidad urbana conflictiva, híbrida y atravesada por crisis tanto sociales como espirituales.

Tales crisis, involucran a la sensibilidad, que capta el mundo de un modo particular y a las palabras que lo nombran. Queda una inquietud: ¿qué secreto mecanismo cultural impone la supervivencia de formas superadas y caducas heredadas del romanticismo y el modernismo en la escritura de poesía? ¿Cuál es el punto de “quiebre” en que se producen otras formas enunciativas, pobladas de símbolos, significados, asociaciones, temas y palabras nuevas? Tradición, ruptura, continuidad, en la conocida reflexión de Octavio Paz. Decir las cosas de otra manera es un modo de expresar y vivir las crisis y todo conservadurismo es falaz o ingenuo o simplemente un gesto grotesco de la ignorancia de los poderes culturales.

KLÉBER FRANCO CRUZ: UN HUMANISMO FIEL A LA TIERRA
Sin desconocer otros valores, Kléber Franco Cruz (Machala, 1920-1957) es un punto de referencia de un modo de decir la poesía de interés ineludible, pues marca la “entrada” de nuestras letras locales en una modernidad que nos funda y nos abre aun mestizaje articulado a corrientes universales. Entre la autenticidad y la fidelidad a la vivencia colectiva local y la imitación europeizante. Todo esto como parte de un proceso cultural que venía de antes, al calor del cual surgían lecturas, coloquios, revistas y periódicos (Sur, posteriormente Cuadernos de El Oro), junto a nombres de intelectuales adscritos o animadores a este movimiento, como Ismael Pérez Pazmiño. David Rodas Cuervo, Alberto Cruz Murillo, etc. animadores de una corriente humanística d cuya tradición se alimenta Kléber Franco Cruz , en el clima cultural tan estimulante del Colegio Nacional Nueve de Octubre, al menos en esos tiempos (década del 50): recordemos los periódicos Destellos y El Octubrino. Desde ahí Franco aborda géneros diversos: la animación cultural, el radio teatro, el relato bucólico, la biografía, además de la poesía, que es lo que nos ocupa, a partir de la lectura de su breve poemario, Poemas de la tierra y de la infancia (CCE, Quito, 1957).

Este trabajo de KFC es representativo de las tendencias temáticas y literarias de lo que podría ser una poesía evocativa, con matices de post romanticismo y modernismo, en la sensibilidad, en el uso del lenguaje y las referencias culturales. Fidelidad a la tierra y al recuerdo, a los afectos filiales, al paisaje y a las instituciones. Así:

América telúrica, extensión, océano verde, / habló siempre tu raza un lenguaje de volcanes, (.....) Maya Quiches, Incas y Azteca,/ciclópeos guardianes de tu grande futuro, (en MACHALA).

Aquí tenemos un acercamiento a un decir de interés terrigenista o telurista. La visión romántica de la región, sublimada por alusiones a símbolos históricos típicos, como un acercamiento a una reivindicación de identidad presente en los nombres, pero que toma su solemnidad y retórica elocuente de los modelos míticos homéricos occidentales. En él se mezclan –como en el canto épico a Junín, de Olmedo-, referencias a la geografía e historia nativa, con símbolos de la mitología clásica (Viejo, blanco, bravío, río nuestro Jubones.../ se movieron las barcas de estos Póceos sencillos, como el Céfiro, el Noto, como Ulises serenos). Esta ambigüedad es típica de los discursos de nuestra modernidad intelectual: la mezcla de lo local con los símbolos y modelos retóricos occidentales.

Otra línea temática de nuestro vate machaleño es la evocación poética familiar. En ellas se nota un decir llano y casi prosaico, descriptivo aunque cargado de emotividad:

(Por estas calles ágiles,/ por estas calles anchas de tierra y sol, / yo pasé mis pupilas).

Las alusiones a objetos y lugares conforman un paisaje que no por tener referencias exteriores, deja de ser fuertemente emocional, filtrado por la memoria lírica del poeta:

(Altos campanarios-locas manecillas-noches plenas de luna florecida-calles límpidas-bullicios de gente-viñedos de mis años dulces) en EVOCACIÓN DE LA INFANCIA.

KFC también intenta a la manera de Jorge Carrera Andrade, hacer su propio “inventario geográfico” para construir por la palabra el lugar de origen, en este caso, la flora: tres poemas al pechiche, al grosellero y al guayabo, donde se destaca, además del elemento visual y metafórico (que es el aporte de Carrera), un diálogo con esos árboles emblemáticos de la geografía local y de la memoria infantil del poeta: (Estás en el mismo muelle barco mío,/ dame la sombra para abrirme del puerto./ allí donde te dí mis cuentos azules, (en PECHICHE), o Grosellero de mi casa mustia:/ te oigo en la brisa acariciando la vieja pared..../ con tus vitrales de tus hojas verdes (GUAYABOS).

Sin desmerecer los poemas a la madre, a los ríos y las campanas, inscritos en la orientación post romántica y evocativa ya señalada, queremos hacer énfasis en el poema COLEGIO: en éste toma dimensión un factor decisivo en la formación de la sensibilidad y el pensamiento de nuestro poeta: el centenario colegio como espacio de vivencias, de lecturas y experiencias decisivas en las adjetivaciones se abre la confesión de una identidad poética ubicada en el tránsito de las corrientes d el siglo XIX hacia un discurso que la muerte impidió que madure y se cuaje en palabras nuevas:

Colegio, áncora sagrada/ donde se atan barcos fantasmas hechos de tinieblas/....(...) Por ti supe del tronco de mi sangre aborigen/ que nací de las aguas en el limo profundo/ para poblar el Cosmos/ Por ti fui un marino a los cuatro horizontes/ y me fui como un niño co la pregunta trémula / a la Grecia inmoral, de Homero, de Platón, de Pericles/ Y estuve en la Francia al caer la Bastilla.....

Otra vez, la marca de la modernidad fundadora: sensibilidad local, campesina, mas cultura universal.



JORGE PROCEL RAMÍREZ: EL MITO RIBEREÑO
(con ambientes de bajo fondo y erotismo)


Jorge Prócel Ramírez
Si la enunciación se complica en esta escritura, no es un capricho de anarquismo gratuito sino un producto de una subjetividad fragmentada y en resistencia con una realidad compleja y hostil. Aquí –aunque no declarado o racionalizado- se trata de un proyecto de escritura que en su trasgresión a la lógica y a la sintaxis se muestra como un texto abierto al debate y a la re-escritura. Todos los postulados de la tradición se han puesto en entredicho en la poesía de Prócel: la sublimación del paisaje, la emotividad lírico intimista, la distancia y respeto ante los datos y materiales de la cultura, el léxico florido y la adjetivación respetuosa, etc. Todo esto se descubre en su poemario. La exacta dimensión del fuego (Dpto. de Cultura, UTM. 1996).

En dicho poemario, Prócel utiliza recursos propios del discurso literario más actual: a) varios seudónimos al interior del texto que fungen como co-autores (León Van Persfool e Irving Ramírez, además del mismo Prócel); b) Finge o inventa el hallazgo de varios “manuscritos” y “cinco piedras rectangulares” donde consta parte del texto; c) Sobre estos recursos narrativos, elabora un relato mitológico. 1. La pampa de pilo de un desierto que el mar cada tarde abona con sal, 2. De un aguaje profundo y tres días s in sol surgen Carrao y Ella/ espíritus aprendices de dioses. Desde este artificio construye un mundo poético-mitológico, al margen del tiempo, donde habitan los primeros habitantes, seres entre animales y humanos, como fuerzas descontroladas de la naturaleza donde se funda nuestra identidad local. A Machala le estaba haciendo falta un mito (que se produce siempre desde la palabra) y aquí lo tenemos.

Lobo, el imaginero de los dioses, que creo al ser midiéndose en un espejo, atravesó en un sueño las glaucas aguas del Huaylá.../ en el trayecto, a cuatro meses sin viento desde el Puerto de Pilo, un cuervo marino se le posó en el hombro..../ el pájaro asustado gritó nunca más nuncanásnuncamásnevermorechuchatumadrenuncamás y murió quebrándose las alas en todas las cosas. Aquí tenemos que frases como “midiéndose en un espejo” o el pájaro que murió “quebrándose las alas en todas las cosas”, nos ponen en contacto con las ilimitadas posibilidades de la semejanza como ley de la poesía: que la “mala palabra” y que “nuncamás nuncamás nuncamás” alude a la frase de El Cuervo poema de E. Allan Poe, lo que opera aquí como un cambio de tono necesario y nos dice que Prócel no está hablando en serio y que está parodiando géneros ajenos, con un propósito desmitificador de su propio mito: no son seres sagrados sino los de todos los días que hablan como nosotros, aquí y ahora. Pero el origen será una idea obsesiva a lo largo de todo el largo y fragmentario poema.

Pero poco a poco el tono de su texto va a evolucionar desde el deliberado y falso documento a una apelación invadida por la pasión del decir poético, intercalando las voces de otros personajes más “terrenales” y femeninos, que derivan la orientación de la palabra a retoques de erotismo y trasgresión: drogado por la noche de tu boca, perdí mis pieles,/ m icuerpo entero en este sueño,/ todas mis escrituras se mojaron con la sal/ (...) pero nunca percibí tus caderas/ ni el sudor dulce de tu pecho tostado.

Fiel a esta idea de fragmentación, que es otro rasgo de crisis reflejada en la escritura, el “segundo libro” del poemario es suscrito por Irving Ramírez-Jorge Prócel. Aquí se continúa la recreación del mito con un nuevo despliegue de voces y personajes, lo cual revela un acercamiento de la atmósfera “sagrada” de mito originario a un entorno mas trivial, festivo y urbano: la orilla se vuelve barrio y burdel: Ella tenía los senos fríos y eso era desagradable..../ ella tenía los pies muy fríos/ la boca seca y las manos listas./ Ella mi cuerpo corregía. Desde aquí, el cuerpo femenino viene a ser el motivo de un erotismo atormentado, donde el sujeto del poema se resiste a caducar. La mujer viene a ser una fuerza que protege del vacío y la falta de asidero de un mundo, donde el tiempo corre de otra manera, agotado y absurdo: (ella) Ahora tiene 17 años/ como ayer 500 y mañana 94..../ pero a 15 soles se extienden sus dominios.

La voz poética no nos halaga desde la cursilería del lugar común que recrea la herencia romántica o modernista: este poemario nos arremete y desprograma nuestros sistemas de referencias lógicas, nombres y relaciones. Así la poesía cumple su plan de re-significar la realidad para salvarnos del desgaste y la costumbre. Desde el polvo de los nombres, reinventa las cosas sin concesiones, porque los seres del mito también sufren y gozan, en esta poética de la neurosis local y ribereña.

Cada vez que siento necesario / incendio mil camas / pero ella me deja su piel para ir cantando / frecuentemente resbalo y grito / hasta donde me alcanza la culpa.

LAS PEQUEÑAS BESTIAS DEL PARAÍSO

James Martínerz Torres

(Jóvenes que escriben en el taller de literatura de la Casa de la Cultura de El Oro)

Y es que esas viejas lenguas están
tan moribundas

Que en verdad solo por costumbre y
por falta de audacia
Las obligamos aún a servir a la

poesía
Guillaume Apollinaire


Mereces mucho más que
este intento de poema,/ que todas las
rosas prostituídas por el siglo XIX/
y un cielo descolorido con sus
estrellas pisoteadas / por el verbo y
el tiempo.
Víctor Sánchez Chuchuca

EL LENGUAJE: ENCUBRIMIENTO O TRANSPARENCIA
La palabra está marcada por la costumbre. Los discursos –sobre todo en espacios “ilustrados” – reproducen de modo exasperante un formato rígido, lleno de lugares comunes, de estereotipos y eufemismos, tanto en el momento del uso de la palabra oral en contextos formales como en la escritura. Nadie se escapa de esta maldición, porque es una especie de fatalidad cultural, ligada a los usos del poder en la academia, en el parlamento, en el periodismo oficial, en el discurso de los funcionarios y de las autoridades educativas y los burócratas : vivimos una parálisis del lenguaje profundizada por la presencia omnipotente de los medios audiovisuales . En esta encrucijada creo atisbar el problema del encubrimiento de la realidad; pues la palabra es una mediación decisiva entre las cosas y nosotros y solo opera como representación, como “puesta en escena” de la realidad.

LA POESÍA ES SUBVERSIÓN
El lenguaje poético no escapa a esta encrucijada de revelar u ocultar, y hay retóricas (modos establecidos de decir las cosas) para el efecto. Por eso, las viejas generaciones tienden a reproducir el modelo romántico intimista del siglo XIX : respetables maestras o solemnes intelectuales de alcurnia, suelen matizar su discurso con los consabidos “equipaje de ilusiones” , “luceros de plata” “risas cantarinas” o “arpegios armoniosos”. Moldes gastados por la costumbre, figuras anémicas por su facilidad y falta de capacidad para el asombro.

Por eso, propuestas nuevas, inscritas en lo que se conoce como “vanguardias” contribuyen a refrescar el lenguaje y la comunicación humana y estas tienen que aparecer como quiebres o negaciones radicales, que incomodan a la tradición.

Las olas ruidosas, mis zapatos nuevos, rotos. ¡Ya no hacen las playas ni los corazones como antes ¡ ...Los niños se ríen de mi melancolía y en mis escasas alegrías lloran por verme llorar...
(Fausto Sangurima)

La poesía morirá si no se la ofende decía ese viejo siempre saludable, el poeta chileno Nicanor Parra. Pero no se trata de agredir sino de una nueva conciencia y una nueva practica de la escritura. No es cuestión de la sa-gra-da ins-pi-ra-ción, sino de lecturas diversas y actuales, nueva sensibilidad, altas dosis de pasión y conciencia crítica, y apertura a otras experiencias y descubrimientos.

NO ES JOVEN QUIEN MENOS AÑOS TIENE
Las muestras de materiales poéticos que presento pertenecen a los jóvenes integrantes del Taller de Literatura de la Casa de la Cultura de El Oro y son solo indicador de una actitud distinta respecto al uso del lenguaje, y que, acaso sin proponérselo, conforman el espacio de una nueva ética de la escritura, como quería Barthes.

He caído profundo/ con puñales de madera / y relámpagos de tortura.
Ahora asciendo, alto y complejo/ no soy Dios, / no soy yo/ solo una porción de vidas paralelas efímeras/ que un día hicieron nacer el llanto.
(Jorge Aguilar)

No se trata de complicadas piruetas intelectuales: a estos jóvenes (muchachos y muchachas), les sobre espontaneidad, curiosidad y modestia y les falta malicia; les sobra ganas de leer y escribir y someter sus textos a la crítica y les falta el morbo de la fama. Su juventud no es cronológica, no está en los pocos años sino en la actitud: deseo de aprender, alegría, practica artesanal y búsqueda consciente.

Hoy te escribo para reclamarte por mí y por todos los amantes que han sido presos de tus cadenas, ahogados por tus mares y enloquecidos por tu locura. ....?por qué tan vil te apoderas de nuestro ser y sin avisar entras en nuestras almas y te robas nuestra cordura?
(Jessica Mora)

LOS TALLERISTAS:
Jorge Aguilar, Jessica Mora, Christian Obaco, Víctor Sánchez, Ronald Escalante, Fausto Sangurima, Fernanda Tusa, Hugo Abarca, Carolina Castro, y recientemente Judith Ruiz. Diferentes intereses temáticos, orientaciones, búsquedas: unos más profundos y reflexivos, otros más sensoriales. Unos más silvestres, otros con hambre de lecturas.

Estando con sus amigos les enseñó el celular y Jorge comenzó a aplastar los botones y empezó a brillar. De repente uno de sus amigos pensó: “qué rico sería tener un chocolate” y de pronto aparecieron bastantes chocolates y todos se sorprendieron al ver tantos.
(Carolina Castro)

El lirismo extremo, la blasfemia, el buceo de la subjetividad, la descripción de realidades imaginadas, la reflexión pausada sobre otras lecturas, el disfrute del lenguaje, la mataforización audaz y radical, la ciencia ficción, la minuciosidad descriptiva, la imaginería infantil, etc. son rasgos que encontraremos en la escritura de estos jóvenes, siempre abierta a los aprendizajes y las influencias formativas.

Los sueños mueren como páginas de historias,/ lentamente los va matando la soledad, la indiferencia./ El olvido es la pócima que el tiempo hace beber/ a la vida y la memoria, marchitando los recuerdos
(Fernanda Tusa)

DESARRAIGAMIENTO, UNIVERSALIDAD
Ellos (unos y unas mas que otros) saben lo que quieren y tienen una posición crítica sin alardes. Jorge Aguilar me sugiere: “pon que somos unos desarraigados y libres de cualquier maldita academia”. Cristian acota: “ y que cada uno es un universo diferente pero todo converge en la creación, la única patria”. Esto nos actualiza como los nuevos malditos, remarcan. Sin embargo, no es una pose de resentimiento y malacrianza: se visualiza en ellos certeza y serenidad, nada de broncas generacionales. Es que el centro de la localidad, del lugar natal, parece estrecho para estas búsquedas: ellos asumen una condición de universalidad, que ensancha su percepción de la realidad y les hace beber de todas las aguas de la cultura.

El reloj caminaba y no lo pude detener,/ como el viento en la torre de un alma desesperada,/ la libertad me esperaba como la ciudad al huracán/ como la noche al día/ como la matriz a un hijo
(Hugo Abarca)

CÓMO SE TRABAJA EN EL TALLER.
Nos caracteriza el tomar distancia frente a la rutina y la tradición. La crítica fundamentada a los métodos autoritarios de la educación formal respecto a la escritura y la lectura. El tallerista presenta un texto, con copias suficientes. Se lee en voz alta, varias veces, haciendo énfasis y vocalizando adecuadamente: el autor o autora es quien sabe los tonos. Luego cualquiera empieza el comentario. El coordinador incita a pensar: como suena, qué frase nos incomoda, dónde está el asombro, cómo encender la chispa de sentido poético.

 SERES
(Crónica de Katsuhiro Higarashi, 3 de diciembre de 2199). He estado en el laboratorio durante cinco días sin descanso, aún es indescifrable la invulnerabilidad de los bio-gérmenes, bacterias y protozoomas que se alojan en el cerebro y el torrente sanguíneo. La Alianza nos ha ordenado ir a la isla.
(Cristian Obaco)

Se trata de pensar el problema que estorba la fuerza comunicativa, la variedad del léxico, las ocurrencias metafóricas, el lugar de los adjetivos y los signos de puntuación. Pero antes que nada, esa ruptura, ese sesgo, que crea nuevos sentidos, lo singular expresivo de cada uno o una. Y siempre arrasando con lo trillado, lo trivial sin utilidad, las redundancias sin efecto poético. Se tacha, se añade, pero también se ríe y se reflexiona al calor de lecturas de fragmentos de otros textos que nos orientan . La última palabra la tiene el autor o la autora. Es que no existe “el método” del taller. Se construye como un evento inédito, y cada encuentro exige nuevas armas. La libertad, la receptividad, el respeto y la exigencia de una forma nueva.

Mítico péndulo que te abalanzas/ sobre un juego de ajedrez interminable/
Ligeras olas que se mecen al vaivén/ donde mis fantasiosas flores se sumergen/ Quisiera ocultar lo que mi corazón quiere tirar al viento/
¿Por qué es tan grande la vida y tan inesperada la muerte?
(Estefanía Apolo)

CONCLUSIÓN PARCIAL: (la gente también aprende sola)
La cultura está en la vida privada de los seres y Ronald Escalante es un joven que no necesitó taller para formarse con un narrador prolijo y bastante maduro en su proyecto. Ël sobrevivió al trauma de las burlas y castigos de su maestra de literatura en el Colegio, para recorrer su propio camino. He aquí una muestra de su escritura:

LA BÚSQUEDA
La playa es muy atractiva por las tardes. Padres, madres e hijos, y sobre todo turistas, concurren .A un costado de esas presencias, es decir, alejado, me encuentro yo, sentado sobre mi canoa, sin camisa, con un sombrero de paja toquilla y en compañía de Sarnalais, mi nuevo perro. Estoy preparándolas redes para ir de pesca; un noruego se acerca y me pregunta en español: “?conoces un hotel cercano?”.Le señalo con el dedo índice la dirección que debe seguir, me agradece y se retira corriendo. LA brisa es fuerte y el sol intenso; observo el océano con ojos diferentes, nuevos, reconfortantes, pero me distrae de aquello los ladridos de Sarnalais y su lengua extendida que embarra mi brazo y luego mi cara. Le brindo agua y nos aventuramos al mar en la canoa. Sarnalais permanece sentado delante, contemplando las gaviotas, y yo desde atrás, remo, sonrío. Sarnalais nunca ha sentido temor al agua; cuando pescamos guarda silencio hasta que la presa está dentro de la canoa, es entonces cuando se altera y ladra.

Retornamos a la playa. El crepúsculo aparece, la ventisca nos envuelve y hace más frío que de costumbre. Encendemos una fogata y preparamos, mientras nos secamos, los peces fritos que tanto nos gustan.

-Tranquilo, mañana será otro día, encontraremos a tu dueño-


Machala, Septiembre 20 del 2003

(Publicado en INFORME ESPECIAL, quincenario de El Nacional, Septiembre 21 /2003)

LA PRECARIEDAD DE LOS CUERPOS Y EL DESEO INCESANTE

James Martínez Torres
(Lectura de Tabla de Mareas, de Roy Sigüenza)



Es aquí donde edifico mi reino:
En la orilla de tu cuerpo,

A su sombra dormida ato caballos al sueño
Y pongo el mar en la extensión que quiera.
R. S.

El poeta se exilió de la ciudad y se puso a levantar su jardín prohibido a la orilla de un mar huyente, con playas que se deshacen como azúcar impalpable: solo quedó un territorio con restos de cuerpos ardiendo. Ahí su palabra pudo fundar otra realidad regida por una ley universal de atracciones sorpresivas y semejanzas desesperadas, donde asoman su perfil de desolado azogue: el desarraigo como condición y destino; el deseo que arde y persigue un objeto huyente, arrepentido; la precariedad del instante que dejan una huella de cuerpos que el mar borra.

En TABLA DE MAREAS, el hablante ¿LIRICO? Del poema debe construir una autorreferencialidad radical, un mundo cerrado para poder decirlo todo: la figura marina preserva los cuerpos deseantes de la ley humana y el orden, la idea de ir embarcados implica y apela al lector que debe optar por la rutina de la tierra firme o el viaje marino como trasgresión, por eso los epígrafes, los nombres y referencias culturales intra – texto son pistas para un reconocimiento de ese mundo cerrado que se abre hacia otros planos de sentido: este mar de Tabla de mareas, puede transitarse a pie o con las manos, a condición de aceptar las leyes de una lógica a la que se accede por la vía del asombro.

Si el mar fuera sacudido como una tela
Si comenzara a hablar un día de estos
Es suave su risa por ahora
Su grafía se construye en la arena
Se borra.

El mar su paisaje debe ser leído como territorio de fuga, como imagen poética imposible, corporeizada, fundadora eje del discurso. Lo fluyente e inapresable coagulado en el momento de renunciar a todo por un momento de locura. El mar es otra cosa, manuable, un color de hormiga, un genero portátil que se esfuma, perecible. La noción de precariedad preside el texto poético, el mar escribe con los signos que somos es la voracidad que nos anula y lo imposible. El mar es un fósil despierto. Sin embargo.

/La palabra es esta adoración/
este cuerpo que se va haciendo
con urgencia detenida/
(nada calma al labio que besa (...)

Hay en Tabla de mareas una visión pagana, apasionada y casi autodestructiva ante el altar del deseo, de tanto derivar tras el cuerpo del otro y padecer – celebrar lo frágil del instante.

Un día ya no despertaremos
Con palabras (...) el sexo
Desvirtuará toda permanencia
Como una cortina corrida entre el
Cuerpo y su escapatoria.


Hablábamos de una serie de referencias estratextuales que nos dan pistas para leer este escenario y situar los elementos que dialogan y sostienen el juego de sentidos y sugerencias: Odiseo, Itaca, Penélope, Safo de Lesbos, Nubia, Edictos, bañistas, cenotafios, siglo IV a.c, son datos que refuerzan un referente grecolatino o clásico, útil a la lógica interna de una erótica que se constituye a contrapelo del mundo heterosexual, occidental, patriarcal, mercantil y cristiano. En este mismo sentido, aunque desde referentes contemporáneos, tenemos otros nombres desiguales de pintores cineastas y poetas que conforman esta escena: Munich, Rimbaud, Passolini, Auden.

Ahora, no es sólo una voz principal la que monopoliza y cancela la enunciación: existe una apertura a otras que a mi oído funcionan como contrapuntos vocales, que dramatizan esa representación de u destino, exilio o desarraigo:

El Excavador piensa que su búsqueda es el fuego: “La belleza pace en el agua de la noche

/como una mantarraya de azúcar.
Las manos hollan una ventana difícil
Un ojo que se pudre en el sueño”.

O también:

“El viaje no durará” – Dice tranquilo El Timonel.

O el largo parlamento de Tim, el Bebedor, que llora “como si fuera una niña estropeada por su madre”, o Viana, La Estremecida, que dice:

“Mañana no iré, ahí está el olvido /

(...) Mi hombre soy yo, eso me vasta”.

Octavio Paz, en El Arco y La Lira, nos dice a propósito de la imagen poética que:

“Lejos de agrandarse, la distancia entre la palabra y la cosa se acorta o desaparece del todo: el nombre y lo nombrado son ya lo mismo (...) Mas no se produce el sin sentido o el contrasentido sino algo que es indecible o inexplicable excepto por sí mismo ... El sentido de la imagen es la imagen es la imagen misma” (O. Paz. El Arco y la Lira, FCE, México, 1973, pag. 112).

Hay en Tabla de Mareas un catálogo de imágenes que generan una ardua producción de sentidos y hacen vacilar felizmente el logos racional, positivista o dialéctico. Es en este nivel del texto poético donde radica su mérito sumo y su contemporaneidad saludable.

El mar es un fósil despierto (...) p. 10
Pide el mar / denme un cuerpo en que morir (15)
El mar es un disco rayado, una falsa alarma / (...)
El cielo es la foto de mi amado de espaldas ... (21)
La sangre es una mano que cae (23)
Allá que el ruido incendie la granja de cría de/
Cerdos de la luna – ese bebé enfermo – (29)

El lado más ávido, más desamado
- la cabeza resbala – (35)

Acaso podamos condescender con la idea de que estas imágenes se construyan entre un crujir de dientes, bajo largas tensiones y batallas interiores. Es una disidencia desde el acto de nombrar las cosas, o mejor un desacuerdo radical entre el atributo y la cosa nombrada. Esta operación enunciativa, de matiz surrealista, que el mismo Paz caracteriza al decir que:
La misión del poeta consiste en atraer esa fuerza poética y convertirse en un cable de alta tensión que permita la descarga de imágenes (...): es algo que nos asalta apenas la conciencia cabecea, algo que irrumpe por una puerta que solo se abre cuando se cierran las de vigilia. (O.P. id, p. 172).

A nivel lexical tenemos otro índice de palabras reveladoras: noche/ animal/ piedra/ cuerpo/ fuego/ mano/: objetos primarios que cohabitan en la escena del instinto.

Tenemos la presencia de la sangre como componente poético animado-corporeizado con exacerbada obsesión.

(Que taponen la boca de la sangre) (21)
Repta la sangre? (18)
Amor puso su sangre en el agua (59)

La sangre es una mano que cae (23)
La noche trae la sangre (19)

En fin hay en Tabla de mareas una atmósfera de devastación y ruina, un fluir de líquidos y secreciones, una conciencia de éxodo o exilio, que se resuelve en un propósito utópico de construir conjuntamente con sus otros, la arcadia posible de un mundo restituible “donde la pasión no discriminaba los sexos: sólo ardía” acaso esa conciencia de desarraigamiento y persecución, consolada en eternos instantes inapresables, resuelta en texto poético, contribuya a universalizar un lenguaje corporal que busca sus raíces, multiplicarse en semejanzas que aguardan al hablante un carnaval dionisiaco en medio de la cotidianidad y ser conocido y celebrado, aunque para eso haya que escuchar el consejo del texto cuando nos dice:

Cúbrete en el polvo,
Y cría tus aves en la llanura de la ambición;
Pero no dejes caer la piedra del origen
Quizá la mañana ponga sus manos humedecidas
De luz sobre tu rostro y aclare su máscara.

EL REINO POÉTICO DE LA PESADILLA Y EL DESPELOTE

James Martínez Torres

(Texto leído en el colegio 9 de Octubre , durante el acto de lanzamiento del libro de cuentos LOS DÍAS ENANOS, de Raúl Serrano Sánchez)

¿Quién dijo que a la realidad había que pasarle la mano por encima adorando sus pústulas, lloviendo sobre mojado o ponerle corbata y frac a su cuerpo lleno de pestes y batallas? Así se preguntó Raúl Serrano desde chiquito y se lo seguía diciendo cuando en este Centenario colegio se rebelaba con razón contra unos cuantos momios.
Esta certeza se ratifica cuando leemos “Los días enanos”, que también podríamos llamar “el reino recurrente de la pesadilla y el despelote”, la huída del baboso lugar común, nombrando la realidad con palabras inversas que se oyen en los sueños, escritura que reflejada en espejos convexos nos arroja (vomita) fantasmas inconclusos, uñas largas de un pie sin dueño, ojeras de vampiro, animales dantescos, días enanos que habitan el altillo de secretos donde los niños – viejos, construyen su sabiduría ...

Decíamos que en este libro de cuentos se suceden atmósferas equívocas, gestos macabros, situaciones que buscan un sentido, juegos, ritos, fábulas malditas que tienen una culpa común: el absurdo como desahogo y crítica del mundo estrechamente claro del “buenos días – cómo se ha conservado – bien gracias – hasta luego”, la oposición a un régimen cotidiano que nos esclaviza los sentidos. Esa subversión del orden nos la da el arte y la buena literatura, esta que nos alborota los trajes y rompe los cinturones de castidad del pensamiento, produciendo derrames de secreciones melosas y pájaros de dientes afilados.

Son casi todos los cuentos, ambientes enrarecidos, interiores que ahogan, donde desde un punto de vista generalmente de niños o adolescentes, se describe una lógica de la cotidianeidad invertida deliberadamente, cuyo efecto es una sierpe de imágenes poéticas, retorcidas a fuego lento, situaciones – de – puertas – para – dentro, espectrales, ominosas, donde navega la familia como esperpentos, caricaturas grotescas que se entrecruzan a una velocidad vertiginosa: pasajes donde todas las leyes ceden (hasta la gravedad) y los cuerpos salen disparados por los aires; los personajes son solo sombras, fantasmas con nombres familiares (Margoth, el Fochas, la Isabela, la señora Clotilde, la abuela) y donde todo ocurre, en fin de cuentas, en el lenguaje, principal protagonista de estos días enanos deformes deliberadamente, con nariz de morcilla y voz de hormiga para felicidad de su autor, Raúl Serrano, pastor de duendes y de aparecidos.

Ahora bien: ¿quiere leer para extasiarse, pendejeando un poco por la piel del texto, dorándose la píldora de un mundo de paisajes y rubios serafines?. Váyase a la Cumandá, entre Dolores Veintimilla y la que cruza. Serrano no está para tan tristes trajines.

Dejémoslo solo nomás en el conventillo ruinoso de sus DÍAS ENANOS, rodeado de las ratas que revolotean en la cama donde durmió la Sra. Williams; la mujer con los once dedos como agujas en su coloquio doloroso, “en la herrumbre de nuestros cuerpos”; la conspiración estudiantil acelerada y absurda contra el jeque y el orden como una tripa; Borges y el mismo Serrano en un juego de espejos mentirosos; el erótico habitante que promete “sabré cabalgar sobre esos enamorados que se meten trinches y peces fosforescentes entre las piernas”, la muchacha con manos de tijeras, buscando tarántulas/tías/enanos/bizcos/espejos bajo la luna; el habitante del armario escribiéndole cartas desgarradas a Marucha, cartas que inundan el hueco donde habla solo; los exorcismos de la abuela, sueños ominosos, pájaros carnívoros que saltan de sus ojos al cuarto para agredir a los durmientes.

Los movimientos de personajes y secuencias sugieren múltiples interpretaciones y nos avocamos en esta aventura a dos alternativas: el lector pasivo se pierde, se retira, claudica y se va a tomar agua de valeriana, pobre víctima. El otro, participa de la empresa, se aviene al laberinto y el sentido recuperado-recreado de la historia le enriquece y gratifica, al permitirle ver el otro lado de la luna color de azufre que preside estos juegos. ¿Juegas?.

Machala, 1991



LAS TUTELAS DE SODOMA


James Martínez Torres

He leído MAPA DE SAL, de Franklin Ordóñez y me parece descubrir huellas de otra poética familiar. Como si la voz lírica que despliega su imaginería se contemplara –narcisismo atormentado- en un espejo de pieles que destilan sudores parecidos, alientos, secreciones traicionadas. El mismo exilio con breves regresos en medio de un tráfico de cuerpos de muchachos esquivos, calores precarios y grandes ingratitudes. Esa palabra escribe la Biblia de la renunciación ; por buscar su igual se condena y acepta dibujar su “mapa de sal”, construyendo un paraíso maldito .

Venero tu cuerpo/ carne en la que Barrabás escribió el Evangelio

Pero solo remitirnos al texto nos salvará de la arbitrariedad. En general esta poética se expresa invariablemente en una micro-enunciación, que permite por su concisión concentrar indistintamente imagen, dato, concepto, tono y emoción. La retórica erudito-reflexiva, ampulosa o cuasibarroca, la desmesura y el desbordado aliento parecen no ir con esta poética homo. (Aunque hay salvedades si vemos más allá de la región, cfr. El viejo Hart Crane, El Puente). Es como si los hablantes inscritos en este margen hablaran sujetos a una tensión exasperante, como si –como sus criaturas- se detuvieran un instante a inscribir su amor o su verdad de fuego en las paredes de la catacumba o la espalda del amado ocasional.

Bendices mi noche./mis labios/ donde grabas tu nombre

Distingo cuatro partes que integran esta mini- estructura, sin pretender hallar en cada una sentidos unívocos : Piedra del paraíso, Rastros, Salarios y El Manto de Lot. Son palabras que inauguran e irrumpen en un espacio de enunciación donde el hablante apela a un otro presente y silencioso, en un rito que al ocurrir, produce un mundo: los verbos seducen la orden y la obediencia (Ven/ acércate.....; Guíame/ de tu mano el infierno sabe a parábola y viñedo; Venero tu cuerpo/ ...). El hablante construye un sistema poético desde un amor que destila auto humillación:

Con besos lavo tus pies/ aprendo el oficio de ramera

Acaso en este rasgo radique la ambivalente expresividad del amor homosexual : el sujeto de ese amor se anula, se entrega en la adoración de un cuerpo que-se-le-parece, y al hacerlo inaugura un narcisismo que da cabida, paradójicamente, a la contemplación y al sometimiento, a la posesión y a la abyecta miseria del amor apenas correspondido. El amor homo va por un borde difuso (creo), puede perderse el cuerpo adorado, se puede ir, y en esa precariedad se juntan la angustia, la doble intensidad de vivir el instante que después no será, generosidades y servidumbres. Será por eso (bolero cantado por Ma. Luisa Landín, letra de Consuelo Velásquez) que esta poética encuentra arduamente su belleza en una percepción huyente, casi ausente, donde la imagen se asoma apenas, en una plasticidad donde lo bello es el sentido desplazado, lo-no-dicho-que-se-intuye o adivina..

El poeta oficia y conjura el mundo con su palabra. En este solo acto reside su dignidad , su opción de trascender entre la mediocridad y el sinsentido. En Rastros, distingo episodios, apuntes, perspectivas. Aquí juegan los nombres y los símbolos de una antiguedad clásica (Adriano, Antinóo. Constantino, Alejandría, Pólux, Mitiline, Safo, Petronio, Zeus) donde el amor entre hombres era común –este referente parece ser un asidero, un apoyo enunciativo para recrear un mundo semejante, aunque su utilidad y riqueza pueden agotarse y devenir en un anacronismo de viñetas pintorescas- .

Otro elemento útil, rico en producción de imágenes y sentidos, es el intento de resemantizar los episodios de la Biblia que pueden ser tomados como emblemas de la trasgresión, el exilio, la maldición, la muerte y la resurrección: El poema Lázaro es representativo de tal proyecto, con recursos de ritmo y sintaxis que remiten al lento paso por lo oscuro de la muerte:

(Perforo la noche. La luz/ a tientas sigo voces. Huellas. (----).Navego en yodo y doy con dioses,/ beben veneno de mis manos (---) Oigo su voz ¡Levántate!/ es Jesús, espiga de saliva y barro(---))

ó

Loada la sangre que evoca / la cordura de Sodoma


Loada la noche cuando/ copulan dioses de azufre/


cuando el floripondio se endurece/ soñando con incienso


y altares/ Loada la muerte que tiene tus ojos y persigue


mi sombra.

Y más. David, Lot, Jericó. En La serpiente , hermoso poema breve, por su doble sugerencia intra y extra texto: el sujeto lírico extrae de su cuerpo el símbolo que se reencarna, del viejo pecado a la celebración y el milagro. Aquí –en todo el poemario.- se disfruta el vacío que anuncia sin nombrar las cosas. Para leer y asimilar sus connotaciones se necesita alguna experiencia previa: lecturas, pasos por lugares semejantes, algunas renuncias, expulsiones de innumerables paraísos, para comprender, aunque no se pueda compartir, el momento de ver a Sodoma quemándose por última vez, antes de huir a peregrinar por la noche de los tiempos hasta recalar en el siglo XXI, en el Sur de la república del Ecuador : Machala, Portovelo, Cuenca, etc.

Esta poética de MAPA DE SAL tiene el mismo formato de otra escritura, su ética y su estética (valores occidentales e ilustrados que repugnarían a los cuerpos capturados del poema) su enunciación de versos breves, su zarpazo de sentidos desplazados, su referencialidad que apela al mundo clásico, su quemante transgresión. Busco la razón o la pasión que explique una estructura interna y un decir tan semejante a Tabla de mareas y Ocúpate de la noche, de Roy Siguenza. Devoción o servidumbre o mundo compartido. La tutela se vuelve continuidad de lo-mismo-mismo. Y el círculo de cuerpos acezantes se estrecha y se cierra –lamentablemente- a menos que el tutor decida perdonar lo que ha perdido y aceptar al resto del mundo.


Machala, Septiembre 17 del 2001.

Conformista y resignado lector:

James Martínez Torres

De mi primera carta hasta hoy, las frutas de este árbol rugoso donde duermo se han movido que da miedo, pero no caen, púchica, no acaban de caer. Se movieron por el terremoto, el de natura, y también por el otro: el de la tregua, el de la puñalada por la espalda, el del alza del precio de la gasolina a favor de los damnificados.

Si de rabia cambié de color hasta casi parecerme a mi pariente el camaleón, con la misma rabia con que un puñado de hombres y mujeres desfilaron por este parque el día de la Huelga Nacional, (Claro que los dispersaron a punta de bomba lacrimógena, era tragicómico ver cómo el piquete de policías rodeó el mitin que se iniciaba y uno de ellos lanzó la primera -casi digo, piedra: mi catolicismo subconsciente es una plaga incurable- con la mano, a la orden de un oficial, como jugando, a tres metros de distancia, cuando la gente se amontonaba dándoles la espalda para escuchar un orador). Esa tarde lloré a la fuerza, el humo subió hasta mi morada y apenas observé los restos de la escaramuza, la dispersión de la gente, los gritos de una rebeldía que va tomando forma y peso, en este jardín donde el Aguador aun avanza cargando sus tarros llenos por la mísera barriada.

Y en medio de todo, ya llueve sobre mojado en la revista de creación y pensamiento cuyo jardín presido. Litros, kilómetros, leguas de letras sin descanso. Y vemos que no hemos separado la cáscara del grano, un poco de todo como en botica y a la hora del balance, no sé que mismo es lo que queda. Algún critico lector dirá: la plena. Pero no puedo callarme: ¿Cómo representar lo mas valioso del pensamiento y la expresión de una colectividad, no de sus vacas sagradas sino de sus anónimos y simples hombres y mujeres? ¿Cómo romper las conductas de círculo, la enfermedad social de ser siempre los mismos? ¿Con qué criterio precisar la calidad y pertinencia de un texto, una crónica, un poema? Propongo que nos borremos saludablemente para comenzar de nuevo.

Lanzo estas preguntas a todos los que han manejado el lugar común de “arte y cultura para el pueblo”, como si la gente no tuviera cuerpo y fuera muda, sin relacionar esta consigna subjetiva con las expresiones orales y escritas, manuales e intelectuales, bailables o cantables, de aquel puñado de seres que fueron dispersados por los gases el miércoles 25 de Marzo de 1987. Para los que ahí estuvieron y para los que no, pero tienen algo que decir, la doble página de este espacio de lecturas frescas se encuentra a su disposición. Para esto hay que deshacer y hacer de nuevo, para no crear otra burocracia. (Sin alusiones personales, por favor).

Hasta pronto,
La Iguana

Aburrido lector:

James Martínez Torres

En este Jardín donde pululan endeudados hasta con sus almas, miserias, resignados e inconformes, vitrinas con maravillas inalcanzables a menos que sea a plazos pero con garantía y con recargo; en este jardín que parece un horno con techos y vegetación donde el salitre prende su llama invisible por las calles a las tres y media de la tarde, ha hecho su nido una iguana polvorienta, desconfiada y sin edad: mas claro: a mi nadie me sorprende y nada me es extraño, he visto pasar generaciones por esta región de buena tierra donde los guarumos y los plátanos prenden hasta en los maceteros de las casas.

Valga la oportunidad para traer esta inquietud a la barriada: un espacio donde aspiramos a que la gente reconozca las cosas de la vida y de la historia diaria que a veces se nos pasan ante las narices sin que nos demos cuenta, cosas de la realidad. Por que un pueblo sin esfuerzos para representar su vida y sus deseos, sus sueños y delirios, con voces, ritmos, manos, ojos, cuerpos, instrumentos, será domesticado por la mentira instituida como hasta ahora, un rebaño engañable, un pueblo gil que elige esperanzado a sus verdugos.

Por eso, esta mini revista de creación y pensamiento, aspira a despertar una leve inquietud en el arriesgado lector que se atreva a transitar en la selvita manual de sus escritos. Queremos intranquilizar a las buenas conciencias de aquellos que por su condición piensan que aquí no pasa nada; que todo va mejor con coca cola; que los anti patria son los que perturban la paz conciudadana. Aspiramos proveer al joven inquieto, al que busca y no sabe qué, al receptivo y al desconfiado, al indiferente y al sensible, de algunos materiales y preguntas para repensar, de imágenes visuales y textuales que les haga asomar a territorios ignorados.

Y nosotros, los portadores de la (necia) propuesta anti-marasmo provinciano, ¿qué somos? . Nada. Como que se agota nuestro proyecto de cambiar al mundo. Venidos de distintas latitudes, migrantes que conforman la diversa identidad de Machalita y sus alrededores, aves de paso, buscadores de vida en cementerios saturados, seres carnavalescos en semana santa y Navidad. Una gota de nieve inexplicable en un desierto que arde de rutina; sueños y delirios de poeta en una Asamblea de agroexportadores.

Pero si el poema es subversivo por hablar en semejanzas imposibles, la diversidad desprograma la idea de una realidad uniformada, como una bulla de guitarras y tambores que interrumpe la siesta del cretino y egoísta. Y si nos tiran de todo para callar este escándalo de formas y escritura, habrá una voz que nos reclame por locuras nuevas. Entonces el orden de la urbe silenciosa y rutinaria se habrá alterado y podremos coger nuestros tereques y partir con la música a otra parte.

Atentamente,
La Iguana

Machala, Enero 8/87

ÁNGEL LOAYZA: EL DIBUJO DE ESTA Y DE LA OTRA REALIDAD

James Martínez Torres





Un marcador de punta fina, tinta negra por mas señas, busca febril sobre el papel el hallazgo de su fantasma diurno, su esperpento preferido en la maraña de líneas que se entrecruzan para dibujar la forma del sueño: esa casa como que se ríe, de la claraboya de su boca sale una cometa fugitiva y en una esquina le ha crecido un girasol gigante; un zapato sin dueño reemplaza, en primer plano, al farol de luz eléctrica . Más allá de los techos hay como un relámpago inmóvil que revela tras del cielo otro mundo, bosques equívocos, paisajes lunares.

Pero tras ese marcador de punta fina y tinta negra hay un muchacho grande que lo va sujetando con desaprensiva concentración, un Ángel Loayza sereno y deslumbrado que vino con su fiebre de hombre-sensible-de-la-parte-alta, a descubrir otras zonas de la realidad: playas con signos del subconsciente, cementerios marinos, y también paisajes del salitre, esteros Huaylá y del Macho y los hombres y mujeres comunes que en las calles y plazas de Machala representan la crónica privada donde se desteje el culebrón tierno y grotesco, prosaico y épico, que desdeñan los medios y la historia oficial.

Vamos Chabelo Loayza, a pintar el mural salpicado de orine y sangre y calumnias de barriada que me decías, donde brille una ventana con cortinas estampadas y buganvillas color fucsia y lila floreciendo en tarros de lata regadas con devoción por los fantasmas de tres generaciones.

Machala, Abril de 1987



ENRIQUE MADRID, BUSCADOR DE SU IDENTIDAD PLÁSTICA POR MIL CAMINOS

James Martínez Torres


Desacreditar la realidad ha sido la consigna de algunas corrientes de vanguardia del arte contemporáneo- En la pintura y el dibujo, Enrique Madrid se inscribe en esta perspectiva, haciendo gala de una audacia creativa y una vitalidad que dan sus frutos en un proceso con puertas en el aire y otras que se abren de repente, en instantes intensos o al mezclar los materiales.

La precoz racionalidad con que habla de los problemas de la creación plástica o de historia del Arte, no logra disimular el mundo de formas inéditas y fantasmas que bullen en su cabeza (¿en qué zona se cocinan? ¿cuál es la neurona del delirio?) y que se plasman en el lienzo, en el papel, en la madera, en cualquier superficie sólida que se le ponga por delante.

En este joven pintor zambo y miope, introvertido y culto, convergen las más diversas técnicas de trabajo: dibujo, pintura (óleos, acrílicos, acuarelas), grabado, collage, batik, serigrafía. Su búsqueda de materiales y texturas es incesante y de la tensión creadora y persistente de este proceso debe brotar y brota un mundo oscuro y luminoso, hiper-realista y figurativo, cuerpos imprevistos donde el azar se entromete con su alegre travesura.

Cuando en abril pudimos observar su muestra de trabajos, ‘Propuestas’, nos sorprendió la diversidad de temas, técnicas. lenguajes, y pensamos que era necesario una síntesis, optar por dos o tres caminos. Pero parece que la diversidad resulta en Enrique un signo de vitalidad y un modo de ser que debemos respetar a la espera de nuevas sorpresas, que es el lenguaje y la índole de la creación artística.

Hasta tanto, vaya Madrid por esa urbe de fantasmas feos, donde se pone a prueba nuestra noción de realidad; esa galería de seres de otros mundos (que están en éste) donde nos vemos retratados en verde y ocre.

El dibujo que acompaña esta nota es una muestra de ese tremendismo figurativo que constituye uno de los mil caminos por donde Enrique Madrid conforma su identidad. La pluma encuentra la forma (¿o será al revés?) pero la secuencia gráfica tiene un sentido, el personaje que se aproxima con los dientes listos, denuncia su intención de enseñarnos que la realidad no se acaba en el trayecto entre la casa y el trabajo. Los textos cortados horizontalmente nos vuelven cómplices de un juego en que la percepción rebasa sus alcances . Acaso detrás de ese personaje ominoso y lúgubre y el espacio negro que le envuelve, se aproxime un paisaje de colores vivos, con sol y árboles de copas alborotadas por el vuelo de los pájaros del monte.

(artículo publicado a inicios de 1987, en El Jardín de la Iguana, y tomado del libro LA PALABRA INTRUSA, de James Martínez Torres/2006)

LENGUAJES PARA UN IMAGINARIO (BANANERO) CIUDADANO

James Martínez T.

Hace más de tres semanas (abril de 1996, aprox.) presentaron una muestra de pintura y fotografía (De los otros elementos) en el núcleo de El Oro de la Casa de la Cultura, Fernando Manrique -chileno, casado con machaleña- y Marcelo Cabrera; y el poemario La exacta dimensión del fuego, de Jorge Prócel, en el Dpto. de Cultura de la UTM, respectivamente. Dichos actos tienen una relevancia que compromete a la búsqueda de ciertas nociones de identidad local y provincial: unas imágenes pictóricas o fotográficas en el primer caso; otras, recreando cierta mitología que llega a lo contemporáneo, en el segundo. Dicha coincidencia me obliga a intentar una lectura de las dos primeras.

(I) Manrique: pasteles de plátano para una fiebre breve
Yo le dije que me parecía que estaba cediendo a una facilidad decorativa, que el interés de coincidir con los modelos del mercado local condicionaba su capacidad de fabricar su propio sueño neo-figurativo. Me respondió que no, que eran cosas ligeras, divertimentos, juegos con el paisaje local, que el aporte estaba en la propuesta de reciclar materiales descartables: discos de 33 RPM desterrados de la memoria musical del propietario, que Manrique rescata del olvido para hacerles servir de soporte a una propuesta cromática.

Interesante, pero (eso no se lo dije) el disco reciclado para la pintura no protagoniza nada en esta nueva situación del lenguaje plástico y su economía de colores y texturas: el disco no-dice-nada como objeto re-semantizado, ni su aporte matérico, ni su funcionalidad como adorno desde su condición original, ni sus infinitos surcos que se presten para la inútil sensualidad de unos dedos distraídos: nada. Bajo el pastel, el acetato brilla por la ausencia. Solo una muda utilidad de superficie emergente para la nueva dimensión de los colores.

En Manrique encontramos un derroche de materiales, su generosidad cromática y textural conforma una especie de identidad que soporta este lenguaje donde las formas, a medio camino entre lo vegetal y lo antropomorfo, se retuercen, encuentran, desencuentran y configuran inaugurando una fiebre formal y colorida, casi una siesta machaleña con sueño ligero. Un Wilfredo Lam -perdonen la semejanza- con un delirio atenuado por la cercanía espacial y la distancia cultural de este trópico que Manrique habita y recrea con cautela.

Ahora: nuestro pintor trabaja el color verde-plátano, más cargado, intenso, ahora más leve, ahora verde - sigatoka, verde - bonita, verde-chiquita, verde que te quiero verde, verde-esperanza, verde - envidia controlada, verde de las hojas de una bananera desencadenada por cierta generosidad cromática que al cabo se resuelve en ocres, sepias, amarillos intensos, pardos terrosos y amarillos-salitre que nos atrapan en los tonos y texturas de una geografía local que asoma y se oculta, sugerente.

¿ Y las formas?. Se abrazan con tibieza, son cuerpos vegetales que anuncian vida propia, que se animan a multiplicarse en brazos, torsos, piernas y cinturas, amenazando una orgía discreta, nada desmesurada; los perfiles y formas de Manrique conjugan la insostenible atmósfera donde un abrazo leve, se compensa con colores intensos, no sé si por la furia de demonio del artista o por la abundancia de materiales disponibles.
(No quiero hablar de los paisajes de nevados andinos, con caseríos en sus faldas y soles detrás, o erupciones que parecen espuma de cerveza. Aquí parece que Manrique pintó pensando en la pared del cliente)

De todos modos, el paisaje ha sido un lenguaje con el que se cuenta el cuento de la patria chica, su identidad, su historia. Adivino en Manrique un erotismo en ciernes, acaramelados abrazos de vegetación fluvial y bananera, que ceden a la ley urbana antes de pronunciarse por el estupro, el crimen y el incesto que también nos funda.

Un paso adelante, dos atrás, en la búsqueda de fantasmas con formas firmes, y tenemos un híbrido urbano, de máscaras teñidas con sudor y sufrimiento, sin hacerle concesiones al mercado. Hasta tanto, de esta geografía bananera estilizada y con formato redondo, seguramente se habrán vendido todas. Y lo dicho será solo una lectura rápida y un pretexto para hablar acaso, de otras cosas.

(II) Cabrera: ojo travieso para las formas de la ciudad

Marcelo Cabrera elige emblemas representativos de una urbe que no por moderna y agro-exportadora, renuncia -a pesar de la plusvalía de la tierra y sus catorce agencias bancarias- a su marca de origen fluvial y campirano (a mucha honra). Lanchas del puerto con motor fuera de borda y ventanas de casas de caña o madera noble en vías de extinción. También tiestos con plantas ornamentales primitivas y cuerpos de mujer tatuados con fotos ampliadas produciendo una especie de collage donde un plano único se instala y agarra pista sobre esa superficie colosal de varias dimensiones que es un monte de venus, una cadera, un seno de mujer modelando los mundos del artista.

Parece que con sus propuestas, Cabrera (como Manrique en su momento, lenguaje, procedimientos y materiales), pretende construir una trama cuyos hilos son objetos, cuerpos, formas y colores, construyendo -ambos- un imaginario plástico de los diversos niveles de esa realidad múltiple y compleja que es la urbe machaleña, instalándola en el mundo. Este segmento de la muestra lo asumimos como pequeñas señales de grupos mas numerosos de objetos -acaso no acabados de elaborar y por eso no mostrados con mayor amplitud- que conformarían series o capítulos de una especie de comedia humana visual, en proceso .

Canoas y lanchas: con un criterio composicional que me atrevo a llamar intuitivo, Cabrera asimila el diseño funcional del objeto en provecho de su propuesta. Nótese que al trabajar desde la fotografía, mediatizado por un objeto artificial y tecnológico, el proceso creativo es distinto y el cuerpo se involucra de otro modo, la invención se vuelve instantánea, casi compulsiva, sometida a los vaivenes del azar y los hallazgos afortunados ante los que no caben tormentos existenciales, experimentos ni dubitaciones. El revelado fotográfico es otro momento que por ahora nos rebasa.

De este modo, Cabrera incluye pedazos de proas donde el blanco, el rojo y el azul se integran, rescatando un zapato desamparado, un cabo de amarrar o un ancla mohosa, pero siempre sometidos a la tiranía -por así decirlo- de la forma predeterminada, superficies estrechas donde se adivina lo demás: el agua inquieta, los desembarcos, una música, una broma, el rumor de puerto que respira.

Ventanas: aquí me inclino a recoger indicios del pasado de otra urbe de cuyo nombre me exorcizo, y me complico por el lado del corazón y la memoria. Ventanas que hablan en signos y señales (de humo) ancestrales. La foto solo revela la entrada a un imaginario donde el ojo travieso del susodicho fotógrafo y el del mirante dialogan y se cruzan en aquello que no se ve, sino que se adivina, por referentes compartidos. Una chaza abierta y otra cerrada en una pared de caña amarillada, a) por la pintura descascarada, b) por el viento del tiempo de la urbe. Una pared de cemento es una tautología (una pared) del progreso; una pared de caña tiene cada textura, cada rendija que da a otro tiempo, cada maña del carpintero constructor, casa secreto. Y si mas abajo dice TALLER DE BICICLETAS en un letrerito de estirpe naif, y mas abajo calle BUENAVISTA, ya son texturas y composiciones que anuncian: cultura urbano-popular, mestizaje de la improvisación y la casualidad, barroquismo donde la razón instrumental no hegemoniza y el cuerpo y la deliciosa barbarie orillera exhiben su marca, a contrapelo del lujo libremercantil-importador-imitativo. Otra vez, perdón Cabrera, me sirvo de estos lenguajes para hablar de otras cosas .

¿ Ha visto usted como se derraman los brazos de diosa hindú de la sábila protectora?. Y si esto ocurre tras las rejas de acero de una ventana oscura, oscura, jaula con azulejo cautivo y telarañas, de seguro que entramos por esa oscuridad hasta otro tiempo donde nos espera un nombre que perdimos.

De este modo toma sentido el concepto de identidad local, sujetos urbanos a caballo entre un referente urbano-fluvial y las máquinas tragamonedas de la modernidad. Ahí el aporte de gracia y desenfado y la fortuna del hallazgo que no se compra en la academia, ni en la equívoca escuela de la intelectualización de los deseos.