jueves, 14 de octubre de 2010

TRADICIÓN Y VANGUARDIA EN LA POESIA ORENSE

(De Kléber Franco Cruz a Jorge Prócel Ramírez)
James Martínez Torres

(Quincenario INFORME ESPECIAL, Diario El Nacional, 5 de octubre del 2003)

ANTECEDENTES: TRADICIONES POÉTICAS Y CRISIS
Con el propósito de valorar el desarrollo de la literatura entre nosotros, en un periodo de tiempo significativo (pongamos, 50 años) presento esta breve reflexión para contrastar dos valores de las letras locales, ambos, arraigados en la recreación poética del lugar y el origen, aunque desde maneras muy particulares de usar la palabra, de concebir la realidad, producto de sensibilidades y lecturas desiguales, por haber vivido en tiempos históricos distintos. Todo esto en el tránsito de un mundo bucólico, marcado por el tránsito de lo rural a una modernidad urbana conflictiva, híbrida y atravesada por crisis tanto sociales como espirituales.

Tales crisis, involucran a la sensibilidad, que capta el mundo de un modo particular y a las palabras que lo nombran. Queda una inquietud: ¿qué secreto mecanismo cultural impone la supervivencia de formas superadas y caducas heredadas del romanticismo y el modernismo en la escritura de poesía? ¿Cuál es el punto de “quiebre” en que se producen otras formas enunciativas, pobladas de símbolos, significados, asociaciones, temas y palabras nuevas? Tradición, ruptura, continuidad, en la conocida reflexión de Octavio Paz. Decir las cosas de otra manera es un modo de expresar y vivir las crisis y todo conservadurismo es falaz o ingenuo o simplemente un gesto grotesco de la ignorancia de los poderes culturales.

KLÉBER FRANCO CRUZ: UN HUMANISMO FIEL A LA TIERRA
Sin desconocer otros valores, Kléber Franco Cruz (Machala, 1920-1957) es un punto de referencia de un modo de decir la poesía de interés ineludible, pues marca la “entrada” de nuestras letras locales en una modernidad que nos funda y nos abre aun mestizaje articulado a corrientes universales. Entre la autenticidad y la fidelidad a la vivencia colectiva local y la imitación europeizante. Todo esto como parte de un proceso cultural que venía de antes, al calor del cual surgían lecturas, coloquios, revistas y periódicos (Sur, posteriormente Cuadernos de El Oro), junto a nombres de intelectuales adscritos o animadores a este movimiento, como Ismael Pérez Pazmiño. David Rodas Cuervo, Alberto Cruz Murillo, etc. animadores de una corriente humanística d cuya tradición se alimenta Kléber Franco Cruz , en el clima cultural tan estimulante del Colegio Nacional Nueve de Octubre, al menos en esos tiempos (década del 50): recordemos los periódicos Destellos y El Octubrino. Desde ahí Franco aborda géneros diversos: la animación cultural, el radio teatro, el relato bucólico, la biografía, además de la poesía, que es lo que nos ocupa, a partir de la lectura de su breve poemario, Poemas de la tierra y de la infancia (CCE, Quito, 1957).

Este trabajo de KFC es representativo de las tendencias temáticas y literarias de lo que podría ser una poesía evocativa, con matices de post romanticismo y modernismo, en la sensibilidad, en el uso del lenguaje y las referencias culturales. Fidelidad a la tierra y al recuerdo, a los afectos filiales, al paisaje y a las instituciones. Así:

América telúrica, extensión, océano verde, / habló siempre tu raza un lenguaje de volcanes, (.....) Maya Quiches, Incas y Azteca,/ciclópeos guardianes de tu grande futuro, (en MACHALA).

Aquí tenemos un acercamiento a un decir de interés terrigenista o telurista. La visión romántica de la región, sublimada por alusiones a símbolos históricos típicos, como un acercamiento a una reivindicación de identidad presente en los nombres, pero que toma su solemnidad y retórica elocuente de los modelos míticos homéricos occidentales. En él se mezclan –como en el canto épico a Junín, de Olmedo-, referencias a la geografía e historia nativa, con símbolos de la mitología clásica (Viejo, blanco, bravío, río nuestro Jubones.../ se movieron las barcas de estos Póceos sencillos, como el Céfiro, el Noto, como Ulises serenos). Esta ambigüedad es típica de los discursos de nuestra modernidad intelectual: la mezcla de lo local con los símbolos y modelos retóricos occidentales.

Otra línea temática de nuestro vate machaleño es la evocación poética familiar. En ellas se nota un decir llano y casi prosaico, descriptivo aunque cargado de emotividad:

(Por estas calles ágiles,/ por estas calles anchas de tierra y sol, / yo pasé mis pupilas).

Las alusiones a objetos y lugares conforman un paisaje que no por tener referencias exteriores, deja de ser fuertemente emocional, filtrado por la memoria lírica del poeta:

(Altos campanarios-locas manecillas-noches plenas de luna florecida-calles límpidas-bullicios de gente-viñedos de mis años dulces) en EVOCACIÓN DE LA INFANCIA.

KFC también intenta a la manera de Jorge Carrera Andrade, hacer su propio “inventario geográfico” para construir por la palabra el lugar de origen, en este caso, la flora: tres poemas al pechiche, al grosellero y al guayabo, donde se destaca, además del elemento visual y metafórico (que es el aporte de Carrera), un diálogo con esos árboles emblemáticos de la geografía local y de la memoria infantil del poeta: (Estás en el mismo muelle barco mío,/ dame la sombra para abrirme del puerto./ allí donde te dí mis cuentos azules, (en PECHICHE), o Grosellero de mi casa mustia:/ te oigo en la brisa acariciando la vieja pared..../ con tus vitrales de tus hojas verdes (GUAYABOS).

Sin desmerecer los poemas a la madre, a los ríos y las campanas, inscritos en la orientación post romántica y evocativa ya señalada, queremos hacer énfasis en el poema COLEGIO: en éste toma dimensión un factor decisivo en la formación de la sensibilidad y el pensamiento de nuestro poeta: el centenario colegio como espacio de vivencias, de lecturas y experiencias decisivas en las adjetivaciones se abre la confesión de una identidad poética ubicada en el tránsito de las corrientes d el siglo XIX hacia un discurso que la muerte impidió que madure y se cuaje en palabras nuevas:

Colegio, áncora sagrada/ donde se atan barcos fantasmas hechos de tinieblas/....(...) Por ti supe del tronco de mi sangre aborigen/ que nací de las aguas en el limo profundo/ para poblar el Cosmos/ Por ti fui un marino a los cuatro horizontes/ y me fui como un niño co la pregunta trémula / a la Grecia inmoral, de Homero, de Platón, de Pericles/ Y estuve en la Francia al caer la Bastilla.....

Otra vez, la marca de la modernidad fundadora: sensibilidad local, campesina, mas cultura universal.



JORGE PROCEL RAMÍREZ: EL MITO RIBEREÑO
(con ambientes de bajo fondo y erotismo)


Jorge Prócel Ramírez
Si la enunciación se complica en esta escritura, no es un capricho de anarquismo gratuito sino un producto de una subjetividad fragmentada y en resistencia con una realidad compleja y hostil. Aquí –aunque no declarado o racionalizado- se trata de un proyecto de escritura que en su trasgresión a la lógica y a la sintaxis se muestra como un texto abierto al debate y a la re-escritura. Todos los postulados de la tradición se han puesto en entredicho en la poesía de Prócel: la sublimación del paisaje, la emotividad lírico intimista, la distancia y respeto ante los datos y materiales de la cultura, el léxico florido y la adjetivación respetuosa, etc. Todo esto se descubre en su poemario. La exacta dimensión del fuego (Dpto. de Cultura, UTM. 1996).

En dicho poemario, Prócel utiliza recursos propios del discurso literario más actual: a) varios seudónimos al interior del texto que fungen como co-autores (León Van Persfool e Irving Ramírez, además del mismo Prócel); b) Finge o inventa el hallazgo de varios “manuscritos” y “cinco piedras rectangulares” donde consta parte del texto; c) Sobre estos recursos narrativos, elabora un relato mitológico. 1. La pampa de pilo de un desierto que el mar cada tarde abona con sal, 2. De un aguaje profundo y tres días s in sol surgen Carrao y Ella/ espíritus aprendices de dioses. Desde este artificio construye un mundo poético-mitológico, al margen del tiempo, donde habitan los primeros habitantes, seres entre animales y humanos, como fuerzas descontroladas de la naturaleza donde se funda nuestra identidad local. A Machala le estaba haciendo falta un mito (que se produce siempre desde la palabra) y aquí lo tenemos.

Lobo, el imaginero de los dioses, que creo al ser midiéndose en un espejo, atravesó en un sueño las glaucas aguas del Huaylá.../ en el trayecto, a cuatro meses sin viento desde el Puerto de Pilo, un cuervo marino se le posó en el hombro..../ el pájaro asustado gritó nunca más nuncanásnuncamásnevermorechuchatumadrenuncamás y murió quebrándose las alas en todas las cosas. Aquí tenemos que frases como “midiéndose en un espejo” o el pájaro que murió “quebrándose las alas en todas las cosas”, nos ponen en contacto con las ilimitadas posibilidades de la semejanza como ley de la poesía: que la “mala palabra” y que “nuncamás nuncamás nuncamás” alude a la frase de El Cuervo poema de E. Allan Poe, lo que opera aquí como un cambio de tono necesario y nos dice que Prócel no está hablando en serio y que está parodiando géneros ajenos, con un propósito desmitificador de su propio mito: no son seres sagrados sino los de todos los días que hablan como nosotros, aquí y ahora. Pero el origen será una idea obsesiva a lo largo de todo el largo y fragmentario poema.

Pero poco a poco el tono de su texto va a evolucionar desde el deliberado y falso documento a una apelación invadida por la pasión del decir poético, intercalando las voces de otros personajes más “terrenales” y femeninos, que derivan la orientación de la palabra a retoques de erotismo y trasgresión: drogado por la noche de tu boca, perdí mis pieles,/ m icuerpo entero en este sueño,/ todas mis escrituras se mojaron con la sal/ (...) pero nunca percibí tus caderas/ ni el sudor dulce de tu pecho tostado.

Fiel a esta idea de fragmentación, que es otro rasgo de crisis reflejada en la escritura, el “segundo libro” del poemario es suscrito por Irving Ramírez-Jorge Prócel. Aquí se continúa la recreación del mito con un nuevo despliegue de voces y personajes, lo cual revela un acercamiento de la atmósfera “sagrada” de mito originario a un entorno mas trivial, festivo y urbano: la orilla se vuelve barrio y burdel: Ella tenía los senos fríos y eso era desagradable..../ ella tenía los pies muy fríos/ la boca seca y las manos listas./ Ella mi cuerpo corregía. Desde aquí, el cuerpo femenino viene a ser el motivo de un erotismo atormentado, donde el sujeto del poema se resiste a caducar. La mujer viene a ser una fuerza que protege del vacío y la falta de asidero de un mundo, donde el tiempo corre de otra manera, agotado y absurdo: (ella) Ahora tiene 17 años/ como ayer 500 y mañana 94..../ pero a 15 soles se extienden sus dominios.

La voz poética no nos halaga desde la cursilería del lugar común que recrea la herencia romántica o modernista: este poemario nos arremete y desprograma nuestros sistemas de referencias lógicas, nombres y relaciones. Así la poesía cumple su plan de re-significar la realidad para salvarnos del desgaste y la costumbre. Desde el polvo de los nombres, reinventa las cosas sin concesiones, porque los seres del mito también sufren y gozan, en esta poética de la neurosis local y ribereña.

Cada vez que siento necesario / incendio mil camas / pero ella me deja su piel para ir cantando / frecuentemente resbalo y grito / hasta donde me alcanza la culpa.

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