jueves, 14 de octubre de 2010

ÁNGEL LOAYZA: EL DIBUJO DE ESTA Y DE LA OTRA REALIDAD

James Martínez Torres





Un marcador de punta fina, tinta negra por mas señas, busca febril sobre el papel el hallazgo de su fantasma diurno, su esperpento preferido en la maraña de líneas que se entrecruzan para dibujar la forma del sueño: esa casa como que se ríe, de la claraboya de su boca sale una cometa fugitiva y en una esquina le ha crecido un girasol gigante; un zapato sin dueño reemplaza, en primer plano, al farol de luz eléctrica . Más allá de los techos hay como un relámpago inmóvil que revela tras del cielo otro mundo, bosques equívocos, paisajes lunares.

Pero tras ese marcador de punta fina y tinta negra hay un muchacho grande que lo va sujetando con desaprensiva concentración, un Ángel Loayza sereno y deslumbrado que vino con su fiebre de hombre-sensible-de-la-parte-alta, a descubrir otras zonas de la realidad: playas con signos del subconsciente, cementerios marinos, y también paisajes del salitre, esteros Huaylá y del Macho y los hombres y mujeres comunes que en las calles y plazas de Machala representan la crónica privada donde se desteje el culebrón tierno y grotesco, prosaico y épico, que desdeñan los medios y la historia oficial.

Vamos Chabelo Loayza, a pintar el mural salpicado de orine y sangre y calumnias de barriada que me decías, donde brille una ventana con cortinas estampadas y buganvillas color fucsia y lila floreciendo en tarros de lata regadas con devoción por los fantasmas de tres generaciones.

Machala, Abril de 1987



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