viernes, 6 de septiembre de 2013

LA BUSQUEDA DE EL OTRO O EL BANDIDO FRENTE AL ESPEJO



(lectura de las memorias “Suburbio de perros y lobos” de Silvio Reyes Heras)

Por James Martínez Torres
Murieron en el viaje. /se quedaron sucios/ en plena calle/
No cruzaron al otro lado/.
nadan recuerdos en mis lagunas mentales, / por una dosis/ alguien cambia/ la silla de ruedas de su invalidez/.
vendo mis zapatos/ consumo a mis hijos/
traigo/ el cerebro lleno de humo/ y humo están hechas mis esperanzas.
por qué no escribe un libro sobre la adicción?/ buen chico, pudo ser alguien./
cómo mamá?/atendiendo a los drogados en esta cantina de vómitos y pobreza?
(……….)
Paranoia./amiga, ya no quiero viajar
/ y….../ ¿Cuántos años tengo ahora, mamá?
Pedro Gil, 17 puñaladas no son nada (Antología personal)


                                                                                             
1. No hay ni habrá cuartel en la lucha entre margen y las instituciones. El margen habla desde su bello porte bizarro, desde sus cicatrices y el centro, los poderes  médicos, morales, educativos, policiales, se ven menoscabados ante una palabra que no aspira decir la verdad, pero cuyos ecos traen vibraciones extrañas, murmullos que cuestionan nuestras propias omisiones y necedades y refinados egoísmos. Tales advertencias quieren marcar un escenario provisional para hablar de SUBURBIO DE PERROS Y LOBOS, memorias de Silvio Reyes Eras, nacido en Cochas, perdido sitio del cantón Pucará, Azuay, y crecido en las calles de Machala.
La memoria es un género literario, donde el YO narrador exhibe su soberanía y despliega su autobiografía, pero que en su fruición egocéntrica procura tejer un mundo, versiones individuales, contrastar anécdotas y experiencias, pensar en voz alta y pensarse en su propia empresa, acaso para iluminar el presente. Al respecto Cecilia Inés Luque, decía
Las memorias enhebran una serie de eventos o anécdotas –ni totalmente factuales ni totalmente ficticias- que han llegado al conocimiento del que las cuenta ya sea por experiencia personal o mediante su acceso a ciertas fuentes de información. Con ellas se busca iluminar una época como trazar la propia autobiografía. (2001: 183)
2.Pero, en el caso de SUBURBIO…tenemos que se habla desde UN YO COMPLEJO en su agitada trama de experiencias marcadas por el riesgo, la violencia y la auto flagelación; sus pulsiones atávicas marcan el sello de los relatos,bajo la sombra de los ancestros, sus mitos y su refranero; aquí encontramos la búsqueda de una subjetividad, entre el aniquilamiento y la lucidez que solo se salva por la escritura. Un YO complejo, que narra con densidad, sinceridad y acertado (intuitivo, visceral) sentido narrativo,no contaminado con el estatus  ilustrado, un yo que oscila entre la nostalgia del abrazo materno y la búsqueda imposible del sentido de la vida. Tales rasgos constituyen las condiciones de una “sanidad” síquica, finalmente resuelta en el vómito de estas memorias, no exentas de densidad, de rigor reflexivo, de una latencia que reclama y proclama de frente o con disfraces la presencia de EL OTRO: prójimo o prójima, madre amigo hermano mujer, bandido o bienintencionado, sano o enfermo, ladrón y drogo o ciudadano útil.
Este descenso a los infiernos, guiado por el perro de la resistencia a la aniquilación final, ha tenido su recompensa, auto-otorgada, gracias a una final reflexión que elige reconocer el sin sentido de la vida como adversario con quien lidiar, desde una perspectiva  de drogo y bandido (perturbado por la carencia, sudando frío, dándose contra la pared) que no necesitó de psicólogos o clínicas de rehabilitación para regalarse un lugar en el mundo, y se sanó por la escritura de las memorias y la aceptación del ahora como desafío, con una sonrisa de condescendencia o amarga ironía.
3. EL PUNTO DE VISTA de la voz que narra y el ojo que se mira y mira el mundo en SUBURBIO….., es básicamente contradictorio, descaradamente ambiguo. Habla de sus YOES desde una conciencia escindida que no deja de juzgarse como tal: “…yo era todo nada más en sueños de cenizas y humo, más en la realidad y era igual o peor…..Vivía en dos dimensiones (pero son más, JM): ora era el niño sobre la yegua; ora el niño con la funda de caramelos; ora el niño durmiendo sobre el regazo de su madre fantástica; ora el niño rechazado por su madre real; ora el niño durmiendo sobre la vereda, ora el niño bandolero; el niño de los cuentos encantados de mi pueblo; ora el niño perdido que nadie buscaba y que esperaba que lo busquen..” (P. 135) Y en otra parte: “Pero es la ley del mundo, ser fuerte por un lado, débil por el otro. Consigues odio o amor…eres o no eres.” (p.137).
4. RAZÓN MÉDICA CONTRA REBELDÍA. En estas Memorias hay un volumen de argumentos rudimentarios pero determinados por la necedad suicida del bandido que habla desde una inteligencia social no cultivada, que desconfía de los poderes médicos y correctivos del delincuente juvenil. “Uno  se resiste, -dice- conscientemente, a aceptar la realidad del sicólogo, pues uno está acostumbrado a hacer las cosas que le plazcan y ellos vienen a imponer…No deberían olvidar que nosotros tenemos activado un mecanismo de defensa violento y no es con violencia de palabras como se pueda perforar ese mecanismo….Nos bajaban la moral…. (p. 160)…YO en el transcurso de haber vivido el inframundo, desarrollé defensas como la violencia, la mentira, la extorsión, la fantasía. En el momento que escuchaba “ladrón” y luego “eres grande” automáticamente activaba mis defensas….o simplemente decía  lo que ellos no querían escuchar, porque ellos quieren escuchar la mentira, por ejemplo, “Tiene razón” o “Voy a cambiar”. Yo prefería seguir la fantasía a mis anchas…Mientras los demás decían la verdad de labios (para afuera)...yo  decía la verdad de mis sentimientos” (p. 161).
Aquí descubrimos un mecanismo intuitivo, dotado de voluntad de resistencia, que niega los procedimientos seudo- médicos que  administran cuerpos y siques, en nombre de la salud y las buenas costumbres; una perversa estrategia que ataca la conducta y el síntoma, simulando autoridad, que no duda en trabajar el sentimiento de culpa, a veces a golpes de biblia, atormentando neuronas para producir una falsa recuperación, domesticando el instinto destructivo y auto destructivo, pero solo hasta nuevas crisis, energías reprimidas que solo podrá canalizar la satisfacción del trabajo y la creación, el re-conocimiento de sí mismo, y el amor de los demás. 
5. PENSAR LA ESCRITURA. Las memorias que comentamos responden a una meditada u cuestionada labor de revisión del acto de escribir, orientada al público, a la recepción, comprendiendo la diferencia  entre el tiempo del relato y el tiempo de la escritura, incluso  la variación de perspectiva del narrador para juzgar los hechos, lo cual revela un acto de precoz madurez, que se interesa en las consecuencias delacto de escribir como practica que deja huellas. Al final nos enteramos que el autor entrevistó formalmente a sus mayores para acumular información sobre su infancia y transparentar su recuerdo, en una operación investigativa “etnográfica”  que prefiero llamar emergente, para mantener fresco el espíritu de estas Memorias. Así tenemos este párrafo: (“SI ahora escribo esto, es porque he tenido duros momentos de meditación para entender aquellos días y confieso que NI YO MISMO puedo descifran lo que sentía….”) (P. 158)
6.  LOS ZAPATOS DEL BANDIDO Y LA DISTANCIA NARRATIVA: Nadie puede pedir una “estética” en estas Memorias. Aunque han ayudado a producir una, del delito y la abyección, la obra de un Jean Genet sobre todo en Diario de ladrón, la de Charles Bukowski y entre nosotros la poesía de Pedro Gil: productos ejemplares de cómo se puede levantar, desde estas experiencias, una poética con toda la dignidad en que se juntan la vida y la escritura.Hablo un producto “bárbaro” respecto a las prácticas académicas y de ahí suinvoluntario impacto “subversivo”. Aquí, el estilo no solo se modula desde las lecturas sino desde la actitud para contar, marcada por la emoción, el vínculo con el tiempo real que regresa  y una vocación para escribir que el mismo autor confiesa haber sentido como impulso, en sus momentos críticos.

NO voy a recrearme sobre la vivencia del lumpen, del bandido, sus códigos secretos, su instinto destructivo y auto destructivo, su misterio, que en fin de cuentas, reflejan los abismos de toda sique humana…Pero hay en el libro que comentamos “momentos narrativos” claves, que podríamos calificar de literarios, que podrían envidiar (y parodiar) nuestros escritoresprofesionales, momentos que arman el relato de un buen “thriller”,  y que resultaríanimposibles cuando faltan los datos de la vida y el oficio de escribir no basta:
Pero la calma estaba de paso y tan apurada, que nos dejó. El chillido de una voz y un tiro, a correr. Nos metimos en una casa abandonada, hubo un silencio, como si el enardecido populacho ya se hubiera ido. Salimos a la calle,….uno que otro nos miraba. Íbamos tranquilos caminando, los tres, hombro con hombro.
Pero faltaba el final. ….el guardia que nos venía siguiendo, ¡cataplúm! A quemarropa. Corrimos pero Pescuezo se quedó o se había quedado. Era todo tan rápido que el universo era yo. Nos lanzamos a otro solar vacío y nos agazapamos. Pescuezo caminaba como desorientado y al fin lo pude ver con claridad. Caminó despacio, aún con el revolver en la mano. Yo creo que él tampoco sabía que llevaba el arma; caminó despacio y sólo cuando se volteó para tocar la puerta de una casa le vi la mancha de sangre en la espalda. Habló con una señora de no sé qué, cobró frente, caminó hasta un poste de luz y se sentó para no levantarse más nunca. El guardia salió campante por la puerta de otra casa, con la repetidora a la espalda, hasta parecía silbar. Se acercó hasta Pescuezo con una sonrisa de satisfacción, la de un cazador acercándose a su presa. Le quitó el revólver y se marchó.” (p. 109).
7. SABERES DE VARIOS MUNDOS. La obra reúne los saberes ancestrales, campesinos, con toda su mezcla de paganismo católico y filosofía popular, con dichos y refranes, por un lado, y las prácticas y creencias supersticiosas del bandidaje orense de la parte suburbana y porteña de Machala: de ahí que la densidad de estas memorias no es solo narrativa sino cultural, producto de una memoria frenéticamente fiel. “Tú naciste de patas -le decía su abuela - es por eso que eres andariego, jamás te estarás quieto en un solo sitio. Eso te hará infeliz. Buscas lo que no has guardado” (p. 16). Y después:  “Cuando era niño le tenía miedo a los muertos y a la soledad y a los cinco o seis años  alguien me hizo tocar uno y desdeallí nunca he vuelto a temerles; tampoco a la soledad; desde entonces he hablado con muertos, con mi abuelo, con mi tía, mi tío,…luego vinieron mis amigos muertos” (p. 19).
Y más adelante: “Recuerdo que aquel día llevaba un rosario fosforescente colgado del cuello. Mientras corría lo apreté fuerte, mentalmente dije “Dios te salve María llena eres de gracia, el señor es contigo….” (p. 107). “….el negrose había hecho abrir el pellejo del pecho e incrustado un crucifijo patas arriba; otro crucifijo, un poco más grande, atado de cintas negras, patas arriba, lo guardaba en la cintura junto a una colt 45 y jamás aflojaba la empuñadura.” (p.129). O, “No es que no supiera que robar y matar era malo, pues con mi  abuela había aprendido (aunque es contradictorio) y en el catecismo me enseñaron todo eso; ya sea por costumbre o por espiritualismo eso se conservaba en mí.” (p. 155).

8. LOS DIAS BUENOS. El narrador repite incesantemente los momentos negativos claves  de su azorada existencia, que giran alrededor de una madre fría y la extrañada necesidad de abrazos de un niño bandido pero desvalido, eternamente posando, maltratado, en casas de tías y abuelas y con la terrible sensación del rechazo. ¿Estrategia de máscaras, dramatización para no ser castigado, auto compadecimiento de bandido, reclamo de protección, qué mismo?
Hay una sucesión de momentos y expectativas en que el amor y la solidaridad (aún entre ladrones y asesinos) se expresa, otorgándole al rostro siniestro y sufridor del relato una luminosidad acaso no reconocida por el mismo narrador en el recuento de su vida: “Yo tenía el rostro manchado de sangre. La novia de mi amigo me quería mucho (…) me limpió el rostro. (p.238). “(salido del correccional) “yo con los pensamientos de la llegada a los Sauces. Iluso, aún pensaba en la  gloria de las drogas. Me imaginaba los abrazos que me darían Donald, Muñeco,  la esposa de Panamo…” (p. 173). “(en el juego de amigo secreto, con un grupo católico) Rosita me había comprado un par de medias Tommy. Esas medias las guardé como un tesoro. Luego me alejé del grupo juvenil” (p.165). (Don Celso López). Pasó a ser para mí uno de mis Aristóteles, aunque no le fue fácil llegar a mí, pero tuvo paciencia, pues está hecho de amor y paciencia hacia los niños tristes.” (p. 162). “MI abuela (el día de mi primera comunión) me compró en los pulgueros que subían de ves en cuando al pueblo, una camisa blanca mangas largas, un pantalón negro de tela, y un pantalón negro de tela. Yo me puse muy feliz, pues primera vez que me compraban una ropa especialmente para mí (…) En mi pecho no cabía de felicidad “(p.157).

EPILOGO (provisional).
Hay un niño lavándose en el agua transparente de una quebrada las llagas de quemaduras en sus piernas.Es una visión simbólica repetida en la narración, que apela al dolor de la infancia. Es el niño violentado por la urbe, entre gomeros agresivos y que después llegó al infierno de las casas suburbanas, donde drogos y perseguidos vivían el infra mundo, la sobre muerte……
Hay un joven ya lavado (provisionalmente) de tormentas interiores y dudas paralizantes, que ha llegado por voluntad propia a la difícil lucidez, sin dejar de desconfiar de un mundo que se resiste, aceptando el asombro de vivir, la experiencia de  la lectura y la escritura, para lidiar con  los fantasmas que nos acosan y neutralizar el caos.
Y el niño que se lavaba las heridas espera, Silvio, para que le cuentescuentos nuevos y regalarte una sonrisa limpia, porque te busca, y ha venido a la ciudad para encontrarte.

Guayaquil, agosto 9/2013


Presentación del libro en el "Centro Cultural Simón Bolìvar", del Museo Antropológico de Arte Contemporáneo, Guayaquil. Silvio Reyes Hera, Viviana Ruiz y James Martínez.

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